miércoles, 25 de mayo de 2011

"HAY QUE EVOLUCIONAR DEL TENER AL SER"

La que estamos viviendo no es una crisis económica, sino de conciencia, porque nos invita a evolucionar del tener (el consumismo) al ser (la espiritualidad). Por eso es buena...
Empieza a agotarnos oír hablar de la crisis, sobre todo cuando los datos se tiñen de victimismo y desesperanza y se utilizan como arma arrojadiza entre los seres humanos. Por suerte, hay otras formas de verlo, como la de Alex Rovira, quien considera que la resignación es un suicidio cotidiano, y que cada cuál es responsable de su propia vida, pase lo que pase a su alrededor.
-¿Qué significa crisis para usted?

Crisis es la vida, vida es crisis: en el momento que salimos del vientre de nuestra madre; cuando dejamos de tomar el pecho; el día que empezamos a caminar; cuando nos quitan el chupete; cuando los hermanos tienen celos de tí; en el momento de la adolescencia; cuando tienes la primera pareja y el primer hijo; cuando te separas o no...
Todo es crisis, pero es una ventaja. Hay que llegar a aceptar dos cosas; primero: la vida es dual, o sea que no puede haber día sin noche, dolor sin esperanza, sístole sin diástole. Y segundo: que nos hemos de morir y no sabemos cuándo, y entramos en la conciencia profunda del aquí y el ahora. Entonces nos damos cuenta de que cualquier circunstancia de la vida, por difícil que sea, nos está ofreciendo la posibilidad de reinventarnos, de hacer una revolución de nuestra conciencia para aprender a saber quiénes somos, qué hemos venido a hacer aquí, cómo podemos ofrecer nuestro talento al mundo. Por tanto, una crisis te desnuda del tener pero te invita a ser, básicamente es esto.
-Pero hay una evidente crisis económica...
La crisis actual no es una crisis económica, sino una crisis de conciencia cuyo síntoma es económico. Es como el que tiene un problema en la piel que en realidad es el síntoma de un problema nervioso. O una contractura de la espalda: no es que la espalda esté enferma, es consecuencia de una mala postura por el estado de tensión. Con la economía pasa lo mismo. La gente se ha de dar cuenta de que no se trata de una crisis económica, sino de conciencia. Es decir, que hemos llegado hasta aquí por la codicia desmesurada, por la falta de ética, de integridad, de principios. Y, por tanto, no podemos comprar con dinero que no tenemos, cosas que no necesitamos para impresionar a los que no conocemos. O no podemos comprar con dinero que no tenemos, cosas que no valen lo que valen, para hacernos más ricos aún  vendiendo a un precio superior a gente que no tiene este dinero. O no podemos esperar un crecimiento económico ilimitado en un mundo que es limitado. Y la realidad se acaba imponiendo, no puedes jugar con lo real, si aceptas lo real entonces no hay crisis.
-¿quiere decir que los responsables somos todos?
Por supuesto, tan responsable es del incendio quien lo provoca como el que lo mira sin hacer nada. Yo creo que deberíamos tomar conciencia de esto. Las experiencias humanas, y tenemos el chollo de encarnarnos en la materia para poder vivir y experimentar. ¿Imaginas lo terrible que ha de ser no vivir la sensación amorosa porque no tienes el vehículo con el cuál canalizarlo? Horroroso. Pues llevando esto a la analogía de lo concreto, estamos aquí para hacer y para encarnar la conciencia y el amor, o esto o dejar que la inercia actúe en todo lo que nos envuelve. La palabra crisis deriva de crítica-criterio-crisálida y crisis. La conciencia crítica, no desde el dogma sino desde la sabiduría espiritual que busca librarse para el bien común, es lo que la crisis nos viene a manifestar. Por lo tanto, es un momento para pararse, desarrollar la crítica, pensar, y pasamos al criterio, la capacidad de ver con lucidez, saliendo de la crisálida tranformados, con esfuerzo, para después servir al mundo.
-Vamos a ser prácticos. Usted dice que hay dos posiciones ante la crísis: una es el desánimo y la resignación, y la otra es todo lo contrario: ver una oportunidad para crecer. Bien, pero el que se ha quedado sin trabajo, ¿qué hace?...
Ser paciente. Yo he escrito este libro a partir de problemas personales que he vivido durante estos años últimos de mi vida, problemas muy importantes, muy graves, y de todo tipo. Para mí ha supuesto, al final, ser una buena crisis, pero bien, la crisis no se puede aislar de algo esencial, que es el duelo, y que tiene unas etapas.
-¿Cuales son las etapas que tenemos que pasar, entonces?
Primero, la negación (no hay crisis); segundo, la negociación (quizá sí que hay crisis); tercero, la rabia (por qué, no acepto esto); cuarto, aceptación (sí, es cierto, existe); y cinco y último, gratitud (gracias a que ha pasado esto ya no tengo la situación, pero he recibido mucho de bueno y, sobre todo, me ha servido para crecer espiritualmente). Lo que ocurre es que hay una gran perversión: se considera que el sufrimiento es negativo, y sin embargo es positivo porque es la puerta a la conciencia. Si no pudiésemos sufrir, ni sentir la angustia del sufrimiento, no lo valoraríamos. Entonces, ¡gracias, crisis! porque la vida es un camino en el que, para avanzar, hemos de enfrentarnos con elegancia espiritual a la última parte, que es la muerte. Si no hemos aprendido a vivir no nos enfrentaremos a ella y a lo que venga después. Por tanto, hay que vivir todas estas oportunidades como alquimias interiores para aceptar dónde vamos con la conciencia de aquello que realmente es esencial y de lo que es secundario.
-Y después hay que comenzar a moverse, ¿no?
Sí, vale más una pequeña acción que una gran intención; eso sí, la acción ha de ser consciente, porque de nada sirve una acción improvisada. Es como si un cirujano cardíaco dijera cuando está en la UCI que tiene derecho a equivocarse, ¡no! Ni a equivocarse ni a improvisar porque juega con vidas. Creo que si hay una revolución necesaria aún es la revolución de la conciencia, en la que ya estamos entrando. Pero hasta que no nos demos cuenta de que todo gira alrededor de la conciencia de la muerte no cambiaremos, es imposible, porque todo el resto son síntomas, manifestaciones. Por eso siempre digo que la psicología crea la economía, porque todo lo que vemos en la realidad no es más que la manifestación de un conjunto de problemas psicológicos, emocianales y mentales conscientes pero sobre todo inconscientes. Cuanta más conciencia más cualidad, no puede haber cualidad sin conciencia. La belleza no es otra cosa, no es gratutita, el gran genio que hace algo improvisado pero que nos conmueve, lleva, detrás de este trazo, veinte mil horas de práctica que han dejado un poso. 
-Y amor es una de sus palabras claves, la más importante...
Siempre. Pero amor no desde la dimensión del egoísmo del eros. Amor es una palabra preciosa, la de la entrega, la amistad, la voluntad. Querer es cuidar, dicho de forma simple. Ser leal, ser fiel, es decir, el verdadero amor. Como dice St. Exupery, "El amor es el deseo inevitable de hacer que el otro sea quien en realidad puede llegar a ser". Amar es cuidar, dar alas, dar autonomía, es servir. Y, como decía en La Buena Vida, si decidimos vivir es por amor, porque hay  algo que amamos.
-¿Es este un momento para reflexionar?
Sí, hemos de comenzar a pararnos. Yo siempre digo que dejamos aquello que es esencial para después del funeral, cuando tenemos al amigo estirado porque le ha reventado el corazón porque no paraba de fumar, o un coche se lo ha llevado por delante porque iba con la moto como un loco, o por un accidente fortuito. ¿Por qué lloras? Porque lo has perdido a él. Pero también porque te ves tú allá. Son dos dimensiones: "Le quiero y ya no lo tendré más ¡mierda!", es la parte de amor al otro, pero también hay otra parte egoísta: "¡Ostras, también podría ser yo!". Y es entonces cuando viene el cambio por convulsión, no por convicción. En el primer caso, el cambio viene de fuera hacia dentro, pero no es estable. La transformación real es de dentro hacia fuera y, cuando una persona se transforma, transforma su entorno, porque emana desde una postura, desde una presencia o energía que genera vibraciones. Pasa en personas que tienen grandeza espiritual, estás cerca de ellos y te sientes entusiasmado y con gran paz. O que te curan, por ejemplo: personas que están mareadas o con dolor de cabeza y se les va porque el corazón de la otra persona emite una frecuencia ( de esto hablo en la novela sobre Einstein), un campo magnético que llega al otro. Lo mismo que si estás con una persona crispada o de mal humor: se te contagia.
-¿Qué ocurre con los miedos? Por que hacen  que todo se pare, antes, durante y después de las crisis.
Eso es. Hay dos tipos de miedos: a un objeto, a algo concreto, que te lleva o a la huida (en el caso de los cerebros más herbívoros), o al ataque (los cerebros más carnívoros). El problema que tenemos son los miedos adaptados, sin objeto, como el miedo a perder, que nos hace perder.
-Ese sí que puede paralizar...
Si. de hecho, la crisis económicas viene un poco de esto, del hiperexceso de acumulación por el miedo a no tener. En el fondo necesitamos un psicoanálisis colectivo, es decir, ponerse a hablar en confianza. Y este es el problema: la tecnología nos facilita mucho las cosas, pero dándonos soluciones que son sucedáneos y que no pueden sustituir un proceso natural y profundo.
-Y entonces nos aislamos.
Exacto, entonces el miedo es un gran enemigo. Por eso digo que lo contrario del amor no es el odio, es el miedo. Y el miedo tiene muchos síntomas, como el odio, los celos, la envidia... Pero hay una dialéctica entre miedo y amor: quien conoce ama, así que el gran reto es conocer al otro y conocerte a tí mismo. Cuanto más te conozcas a ti mismo, más dejarás de proyectar tus fantasmas en el otro, más lo verás como es y, por tanto, más confiable serás para él.
-En su libro plantea una buena pregunta: ¿Qué harías si no tuvieras miedo?
Es que precisamente en momentos de crisis te has de preguntar "¿Qué haría  si no tuviera miedo?". Porque lo importante no es la realización del deseo, sino lo que hace el deseo para que lo realices. Por ejemplo, montas una empresa y no te va bien pero, ¿que has aprendido? ¡Por qué esto te lo llevas, lo otro no! Si somos capaces de vivir con esta inteligencia, aprenderemos continuamente y habrá una grandeza de espíritu que hará que los otros también estén bien. Si no aprendemos a vivir así, no daremos ningún paso. Es una pregunta que hago muchas veces, y me dicen: me arriesgaría, viviría...Esta es la respuesta: viviría.
-Y ahí hay algo interesante: la diferencia entre existir y vivir.
Claro. Es muy diferente. Existir es ir pasando el tiempo y dejar que el corazón bata hasta que se acabe, es pasar una vida vacía, gris, sin sentido, insulsa, aburrida, poco comprometida. Vivir es implicarse, comprometerse, jugar, arriesgarse, entregarse, asumir que habrá sufrimiento pero también gozo. Crear es no copiar, y también es ver qué puedes hacer con lo que tienes. Es decir, la creatividad verdadera viene desde la restricción, desde la penuria.


(Entrevista publicada por la revista Psicología Práctica, a ALEX ROVIRA)

No hay comentarios: