lunes, 15 de agosto de 2011

When You Believe

EL ARTE DE VIVIR EL TIEMPO (II):

-Enfermos de estrés: Una mala relación con el tiempo es una de las causas de este problema tan extendido hoy día. Pero, cuidado, el vocablo se utiliza ahora en exceso. ¿Qué es? Lo redescubrimos, buscamos sus efectos, positivos y negativos, y hallamos soluciones.
El estrés es vida, dicen unos, nos permite mantener el equilibrio frente a los acontecimientos. El estrés es muy perjudicial, dicen otros ¿Quién se equivoca? Ninguno. Es ambas cosas.
Convertido en un problema muy extendido, ha entrado de golpe en nuestras vidas sin pedir permiso y, sobre todo, sin tarjeta de presentación hasta el punto de que, junto a la ansiedad, empleamos su término en exceso.
Como señala Miquel Casas en Vivir bajo presión (Ed. Océano), "este vocablo se utiliza ahora como reclamo publicitario para un sinfín de artilugios y de fármacos de acción poco específica. Si nos sentimos estresados, parece suficiente entrar en un hipermercado para encontrar la solución: almohadas antiestrés, plantillas relajantes, ambientadores reductores de estrés... El uso indiscriminado ha acabado por convertirlo en poco más que sinónimo de prisa, fatiga o agitación".
Olga Rubio, psicóloga y directora del centro de relajación y fisioterapia Eutrés, en Madrid, opina igualmente que "estrés y ansiedad son palabras muy manidas, lo que repercute negativamente, porque muchas personas no saben bien lo que es. Es muy importante saber que no son malos. No es algo que tengamos que quitar de nuestras vidas, sino que tenemos que apender a gestionar".
-Tiempo para no hacer nada: ¿Qué significan exactamente estos dos términos? ¿Son lo mismo? "Son dos términos muy cercanos -aclara Juan José Miguel Tobal, catedrático y director del máster de Ansiedad y Estrés de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid-. El estrés es un proceso de adaptación con tres fases: una de alarma, cuando ante una nueva situación el individuo pone en marcha los mecanismos psicológicos y fisiológicos necesarios para adaptarse a esa nueva demanda; otra de resistencia, si la causa que genera el estrés continúa; y una más de agotamiento, si se mantiene, que es cuando surgen los síntomas negativos. En esta fase se puede desencadenar una reacción de ansiedad, una emoción que surge ante algún tipo de amenaza".
El estrés, más asociado con el cansancio, no tiene por qué manifestar ansiedad, pero sí otras emociones como alegría, enfado o tristeza. Además, puede venir provocado por diferentes situaciones positivas o negativas, como tener un ascenso o casarse, mientras que la ansiedad se produce por situaciones amenazantes, al menos así las percibe el individuo, como ver una araña, vivir una tormenta o estar en la oscuridad. En opinión de Rubio, como el estrés, "la ansiedad tampoco hay que eliminarla. Gracias a ambos  "me pongo las pilas", lo malo es cuando se hace crónico o alcanza niveles elevados".
El problema es que hoy día ese "estar con las pilas puestas" continuamente parece obligatorio. Rubio considera que "esta sociedad lo fomenta porque está mal visto no hacer nada. Sin embargo, necesitamos tiempo para nosotros o sencillamente para no hacer nada. Hay mucha gente que no disfruta del momento, de las pequeñas cosas...". Juan José Miguel Tobal recuerda que hay varias hipótesis sobre el aumento de casos de estrés: "Algunas tienen que ver con los estilos de vida, vivimos en un mundo que nos exige ser cada vez más competitivos. Otros piensan que lo que falla es la capacidad de resistencia de los individuos".
El estrés no hace distinción de sexos. Repercute igualmente en hombres y mujeres y los organismos reaccionan igual ya sea por una situación positiva o negativa. La clave es gestionar los recursos para que no se haga crónico y traiga las consecuencias negativas que hace que enfermemos y estemos agotados física y psíquicamente. Ese agotamiento trae síntomas como problemas de concentración, preocupaciones anticipadas, taquicardias, problemas de sueño y sexuales, dolores de cabeza, contracturas, tics y conductas de evitación.
-Una peligrosa espiral: En el entorno laboral, éstos síntomas conducen a la pérdida de productividad, problemas serios de salud y bajas médicas. Un subtipo de estrés laboral, el síndrome del trabajador quemado, tiene, además, unos síntomas muy característicos. Juan José Miguel explica que "tiene que ver fundamentalmente con trabajos de cara al público. Tras un periodo, las personas sufren pérdida de iniciativa laboral, sienten fatiga emocional, cierta despersonalización, la tendencia a tratar al usuario como un objeto y a distanciarse".
Si el estrés persiste sin buscar solución es fácil entrar en un peligroso círculo hallando en el alcohol, el tabaco o algunos alimentos con funciones estimulantes o tranquilizantes, o acelerando nuestro ritmo y durmiendo menos, en un intento de ganar tiempo. Esos remedios son, a la larga, perniciosos. De ahí la importancia de atajar el problema cuanto antes. Cuando advirtamos que afecta a nuestra vida de manera prolongada, cuando nos sintamos desbordados, debemos poner remedio.
-Poniendo remedios: Como explica Rubio, "cuando vea que se levanta cansado/a, que le cuesta enfrentarse al trabajo, que ve cambios en su estado emocional, debe plantearse que tiene un problema".
Altos niveles de estrés requieren ayuda psicológica. La directora de Eutrés señala que "se dan habilidades para no interpretar las situaciones como estresantes, habilidades para aprender a solucionar problemas y no verlo todo negativo".
En casos de estrés y ansiedad se suele emplear una combinación de tres grupos de técnicas, como indica Juan José Miguel Tobal: "Las dirigidas a desactivar al sujeto, relajación; las cognitivas, para promover un cambio de aptitud en la forma de afrontar las situaciones, y las conductuales, que enseñan a actuar de otra manera".
Estrés y ansiedad se han convertido, sin duda, en males de nuestro tiempo. Juan José Miguel considera que "tenemos muchos más conocimientos del mundo, pero nadie se ha preocupado por enseñarnos cómo sentir y expresar nuestras emociones. En estos 2.000 años no hemos avanzado nada en ese aspecto". Cambiar, sin embargo, es posible y  está en nuestras manos. "Si para enfrentarnos a nuestro primer trabajo nos preparamos, ¿por qué no nos preparamos, prevenimos, ante otras cosas?", se prengunta Rubio. El problema surge de nuevo por la mala relación con el tiempo y con nosotros mismos. "Vamos tan acelerados que nos planteamos hacia dónde queremos ir", añade.

EL ARTE DE VIVIR EL TIEMPO (I):

-En busca del tiempo perdido: Vivimos gobernados por los relojes, con la sensación de que cada vez corremos más y cada vez tenemos menos tiempo, esa materia vital que nadie nos ha enseñado a manejar. Poniéndolo a nuestro servicio volveremos a ser dueños de nuestras vidas.
"Conoce el verdadero valor del tiempo: cógelo y disfruta cada momento de él". La reflexión del Lord Chesterfield en el siglo XVIII sigue vigente hoy. Ya los griegos diferenciaban entre chronos, el tiempo de calidad. Séneca meditaría también sobre este concepto. "Todas las cosas nos son ajenas; sólo el tiempo es nuestro".
Nos cuesta creer al filósofo romano cuando pocos nos consideramos dueños de nuestro tiempo. Vivimos gobernados por los relojes.
Ya nuestros antepasados se guiaban por los relojes de sol, de agua (las clepsidras egipcias medían el tiempo por la noche; eran unas vasijas con agua que salía por un orificio a una velocidad determinada y en un tiempo fijo) o de fuego (los romanos usaban velas que marcaban las horas).
El concepto del tiempo ha sido un misterio desde la antigüedad. Newton, Kant o Eintein invirtieron mucho tiempo en estudiar precisamente eso, el tiempo, pero no es nuestra intención "bucear" en la física ni en la metafísica, sino reflexionar sobre nuestro tiempo, ése que Jean-Luis Servan-Schreiber define en El nuevo arte de vivir el tiempo (Ed. Paidós) como "vida". Y propone un ejercicio para demostrar su importancia: "Haced la prueba con cada una de estas frases: no hay tiempo para..., utilizar bien el tiempo, perder el tiempo, voy a dedicarle tiempo... Poner vida en lugar de tiempo es convencerse de que es exactamente la misma cosa". Éste es el objetivo de este artículo-dossier, aliarnos con nuestra vida, con nuestro tiempo, para alcanzar una existencia más serena.
-Malgastemos el tesoro: José Ballesteros, autor de El reto (Ed. Belacqua) y director de la empresa de desarrollo personal VESP (www.actitudenaccion.vesp.com), considera que "el tiempo no depende de nosotros. Es el recurso más democrático porque todos tenemos 24 horas, pero lo que sí depende de nosotros es cómo utilizarlo". Para Serva-Schreiber; "dominar el tiempo es dominarse a sí mismo". En nuestras manos está, pues, no ser enfermos del tiempo, ésos que se sienten obligados a hacer todo hasta el punto de perder el sentido de la realidad.
Paradójicamente disponemos de mucho más tiempo que nuestros antepasados. Vivimos más años, la tecnología nos ayuda y tenemos más días de vacaciones. Nunca antes habíamos podido disfrutar de tanta dosis de vida; sin embargo, cada vez nos ahoga más la sensación de falta de tiempo. Fernando Trías de Bes, autor de El vendedor del tiempo (Ed. Urano), cuyo protagonista vende miutos de tiempo envasados, recuerda cómo "Franklin, el inventor del pararrayos, estimó que, tal como avanzaba la técnica, a finales del siglo XX se trabajaría sólo tres horas semanales. Lo mismo se dijo cuando surgieron las lavadoras o el e-mail, pero a medida que podemos tener una liberación de tiempo nos creamos otras ataduras".
-Un momento de reflexión: Efectivamente tenemos un 7% más de tiempo que antes, pero queremos realizar un 20% más de tareas. Antes era suficiente con satisfacer las necesidades más básicas, mientras que hoy no somos capaces de seleccionar tantas opciones como tenemos. "Nuestros deseos crecen con mayor rapidez que el tiempo que tenemos para satisfacerlos -recuerda Servan-Schreiber-. No busquemos en otra parte la raíz profunda de nuestra sensación de falta de tiempo".
Trabajo, atasco, niños, tareas del hogar, ocio... sentimos que nuestras vidas están teledirigidas y pasamos la vida corriendo en un intento de ganar tiempo al tiempo. Obviamente, no lo conseguimos. Publio Siro ya lo apuntó: "El tiempo de la reflexión es una economía de tiempo", pero parece que desde la época romana no hemos avanzado nada. No reflexionamos. "La sociedad no nos invita a que nos paremos -denuncia Ballesteros- y es un gran error. Tenemos que reflexionar sobre el viaje más importante de nuestra vida. Si no tienes objetivos, ¿cómo vas a saber qué elegir?".
"El único tiempo que puedes controlar es lo que hagas en tu agenda de 24 horas -añade Ballesteros-. Tú decides tus horas de descanso, de sueño e incluso de oficina, porque puedes decidir cómo organizarte". Frente a la espiral del tiempo la solución pasa por renunciar y priorizar.
(...) Lo primero que tienes que hacer es reconocer dónde estás, actuar en los asuntos significativos y eliminar todo lo que te está quitando tiempo de otras actividades. Preocuparse por algo no implica progresar en ello. Generalmente, existe una relación inversa entre las preocupaciones que tenemos en mente y lo que en efecto hacemos por resolverlas". "Haz tantas cosas como puedas o quieras y estate en paz con las que aún no has hecho".
En opinión de  Trías de Bes es imprescindible "tomar conciencia de a qué quieres dedicar tu tiempo, pner prioridades, saber decir "no" y ser valiente, porque pueden verte como un bicho raro por no haber visto la última carrera de coches". También es importante "reservarte tiempo para tí". Ballesteros recomienda "crear el hábito de estar solo un rato al día. Parar un momento para decidir dónde voy y cómo voy. Si una vez al día es muy complicado, empieza por una vez al mes".
-Reaprender a vivir:  Para el director de VESP, la clave está en "tomar conciencia de que yo soy el dueño de mi vida, ni mi jefe, ni mis padres, y pararse a pensar: ¿estoy dispuesto a disfrutar la responsabilidad de mi única, individual y maravillosa vida". ¡Pues adelante!.
Elegir lleva riesgos y responsabilidades, pero a la larga es siempre grato. Tú, lector, ya has elegido. Te has dado unos minutos para tí, para leer y para reflexionar. Has sabido encontrar tiempo, mejor dicho, has aprendido a concedertelo. En una época en la que vivimos inmersos en una carrera diaria, la tuya es una actitud casi heroica. Has dado el primer gran paso para disfrutar de una vida plena porque, como reflexiona Servan-Schreiber; "el dominio del tiempo tiene dos objetivos. El más evidente es ser más eficaz. El más rico y raro es aprender de nuevo a gozar del instante con aquella intensidad que conocimos, a los seis años, ante aquel rayo de son que venía a calentarnos la mano en un sotobosque saturado de olor a pino".

"No es el tiempo el que nos falta. Somos nosotros quienes le faltamos a él" (Claudel)

domingo, 14 de agosto de 2011


¡ATRÉVETE A DECIDIR TU PROPIA VIDA!

El toque de atención se lo dio un camarero del bar donde acudía asíduamente a tomar un café. Nadie más en el bar; el camarero dejó de fregar el suelo para servirle su cortado de rigor, que David se bebía solo, mirando a ninguna parte. Ni se daba cuenta de que el camarero tenía su mirada puesta en él cuando escuchó su voz: "Usted sufre mucho, ¿verdad?". David cuenta que en ese momento pasó algo en su interior, recuerda unas intensas ganas de llorar y que salió a la calle como en medio de un ahogo, como si no hubiera suficiente aire en el mundo. Se aflojó la corbata, pero ni aún así. Así que poco después decidía desembarazarse de la corbata, el traje y el personaje de éxito profesional que le acompañaba a todas partes, como una armadura oxidada del caballero que ya no quería ser. Su vida cambió. Y poco después publicaba un libro sobre la (r)evolución interior.

La revista Psicología publicó esta entrevista con el autor de este libro David Martí Martinez:

-El ser humano está en continuo cambio. ¿Cuál es la (r)evolución que usted propone?
Para mi, la auténtica revolución consiste en asumir que puedes ser el auténtico protagonista de tu vida, y serlo. Tú puedes llegar adonde quieras, pero sólo lo puedes decidir tú. Detente un momento, piensa y elige: puedes quedarte donde estás, o bien modificar algunos patrones y seguir por el mismo camino, o incluso parar y cambiar de dirección.
-Pero esa lucidez mental no siempre es tan fácil...
No, ni la lucidez ni el proceso. Porque habrá que ponerle valentía y esfuerzo. Pero tampoco es tan difícil. En la vida hay pocas verdades fundamentales, no tenemos que inventqar nada nuevo, sólo hacer el esfuerzo y recordar. Recordar quién eres y qué deseas en tu vida, tu propósito. Y empezar a desembarazarte de los condicionamientos, de los motivos que no te pertenecen. Te sentirás mucho mejor. El escritor Julio Cortázar dice que no hay revolución que no desemboque en la alegría. Y yo estoy de acuerdo.
-Usted mismo: sólo se decidió a hacer el esfuerzo y cambiar cuando el camarero le dijo: "Usted sufre mucho ¿verdad?". ¿Hay que sufrir para cambiar?
Ese buen hombre me abrió la caja de Pandora, y nunca se lo agradeceré lo bastante. Mi propuesta ahora es: abre tú también tu caja de Pandora. Vas a encontrar cosas que te gustan y muchas que no te van a gustar. Pero a partir de ahí, que lo que hagas sólo dependa de tí. Quizás vas a sufrir, sí, pero de todas formas ya estás sufriendo, sólo que no lo quieres ver por una pura cuestión de comodidad. A veces necesitas una experiencia potente para reconocer que no vas por el camino, y suele venir acompañada de mucho sufrimiento.
-¿Ese fue su caso?
Sí, yo sufría mucho antes, durante el cambio y hasta que dije basta. Antes de que me diera el toque el camarero, siempre tenía algún problema de salud. Hasta que dije: por aquí no sigo. En realidad, el libro lo escribí para mí. Me ayudó a salir de la emboscada donde estaba, a explotar, a liberarme. Antes me vestía de traje y corbata y trabajaba para una gran corporación catalana, y aún me persiguen algunas compañías para que forme parte de juntas directivas, pero yo ahora sólo quiero dedicar mi vida a compartir, a acompañar, a recordarte que tú puedes hacer lo mismo. Y tú puedes ser el ejemplo para otras personas,...
-Esta crisis mundial, esta forma de sufrimiento colectivo, ¿puede conducir al ser humano a hacer un cambio profundo, una (r)evolución? ¿De qué tipo?
No tenemos otra alternativa. Lo que pasa fuera es un reflejo de lo que está pasando dentro. Si la humanidad estuviera sana, no podría actual de la forma tan irresponsable y egoísta en la que ha venido actuando, consumiendo como si tuviera decenas de planetas a su disposición, produciendo desigualdades extremas que permiten la muerte de la mitad de la población mientras la otra mitad derrocha lo que tiene y se ahoga en un vaso de agua. Ha llegado el momento de parar y cambiar el rumbo. Para actuar, muchas veces hay que llegar a un punto de no retorno, y creo que estamos en uno de esos momentos. Pero el cambio social sólo es posible si se da una auténtica transformación individual, un cambio de conciencia. Y yo creo que estamos en ese momento. Cada vez hay más gente "despierta", menos robótica.
Tiene que haber un cambio de paradigma, radical.
-¿Y usted cree que se está dando a nivel generalizado, mayoritario al menos, ese cambio?
Generalizado, quizás todavía no. Creo que estamos en un momento de máxima dualidad. Por una parte, en las crisis hay mucha gente que se hace más egoísta, se cierra más, con un sentido equivocado de supervivencia y el lema de "yo paso de todo". Y, por otra parte, hay mucha gente que se hace más sensible y pasa a una acción comprometida. Se podría decir que es uno de esos momentos en que, emocionalmente hablando, los ricos son más ricos y los pobres de espíritu más pobres.
-Esto me hace pensar en unas imágenes en internet en las que un perro empujaba a otro perro muerto en la carretera, lejos de los coches y a un lugar seguro, protegiéndole cuando alguien se acercaba a ayudarle. Los conductores pararon sus coches en medio para hacer fotos de una escena de amor y generosidad tan potente.
Igual es que estamos muy necesitados de amor. Quizás necesitamos más noticias como ésta y menos cifras de muertos y guerras. Las aberraciones de violencia de la especie humana ya no nos impactan, las vemos en la televisión mientras comemos sin pestañear, tan embrutecidos estamos; pero las escenas de amor sí que nos impactas y nos conmueven. Fíjate: la especie humana, tan evolucionada, detiene su ritmo acelerado hacia su trabajo y los negocios para inmortalizar esta muestra de generosidad, de amor incondicional de unos animales. Eso me hace pensar hasta qué punto estamos necesitados de amor, y por eso nos conmueven escenas como éstas.
-En su libro habla de la necesidad de desacelerar y parar.
Es que vamos todo el día corriendo detrás de una zanahoria y, cuando nos preguntas que por qué corremos, a menudo respondemos "no sé", pero se nos pasa el día corriendo y con cara de pocos amigos, a la defensiva, en pie de guerra.
-También dice en su libro que las personas estamos cada vez más enfadadas sin motivos concretos. ¿Qué nos causa ese mal humor?
Que seguimos empeñados en estar donde no tenemos que estar y en actuar como ya no tenemos que actuar. Nuestro mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa,  y nosotros empeñados en seguir actuando igual. Eso nos hace vivir con  una frustración tal que genera enfado, rabia, ira y mucho miedo. Tenemos miedo a perder la identidad propia, la que conocemos, con el cambio.
-Hablemos de la alternativa. Si se puede estar de mal humor sin motivos, ¿también se puede estar feliz sin motivos? ¿Cómo?
Esforzándonos por averiguar nuestro propósito personal y haciéndolo realidad; de otro modo, siempre estaremos arrastrando ese sentimiento de frustración.
-¿Y cómo se hace eso?
Lo primero es identificar nuestro propósito o propósitos por medio de las "preguntas inteligentes", y no me refiero a una inteligencia de tipo intelectual, sin a buscar las preguntas que nos mueven realmente; en mi libro pongo algunos ejemplos. En el transcurso de esta exploración, vas vaciando tu mochila de condicionamientos, huellas genéticas, frustraciones, sueños olvidados; vas vaciando, y a medida que vas quitando peso fuera, vas dibujando una sonrisa.
-¿Cómo perciben los demás que estamos empezando a cambiar, quizás nos ven más felices, más relajados...?
Empiezas a hacer lo que quieres hacer a partir de lo que tienes; cambias el "pobre de mí" por una palmada de ánimo y felicitación, por ser capaz de hacer lo que estás haciendo y de conseguir lo que vas a conseguir.
Y entonces la gente empieza a preguntarte que por qué te ríes tanto, de qué te ríes, y tú respndes que de nada. Eres feliz sin motivos, por el único Motivo, en mayúsculas, de estar vivo por fin, porque estás viviendo tu propia vida.
-Y así es como se conquista la sonrisa; la sonrisa sin motivos.
Yo reivindico el buen rollo y a la buena gente.
-¿En qué consiste la ley de la atracción? ¿Cómo podemos hacerla funcionar a nuestro favor?
Si estás mal, lo que no quieres es lo que tienes ahora; y seguir haciendo lo mismo sólo te atraerá más de lo mismo, eso es lo que estás atrayendo. También atraes más de lo mismo cuando te quejas; hay que cambiar el "no quiero que..." por el "quiero que..." o "he conseguido..." A lo que das presencia en tu mente es lo que atraes, así que mejor dar presencia a lo que quieres obtener y no a tus quejas o miedos. El miedo atrae, lo mismo que el deseo. Tú decides lo que quieres, darle nombre y piensa en ello. Así empieza a tener presencia en tu vida.
¡Y ve a por ello!.
-Parece que lo que duele es más visible y por eso se pone más atención en lo que no deseamos.
Eso es un error, porque la atención atrae lo mismo que la intención. Dejemos de poner atención en lo que no queremos o no nos gusta. Definimos al mundo y a las demás personas con gafas sucias. Cuando las limpies, verás colores y luces que te parecerán nuevos y te fascinarán, pero siempre han estado ahí. El problema es que muchas veces nos han enseñado que "la vida es un asco" o que "no te puedes fiar de nadie" o que "la gente no puede cambiar", y nos lo hemos creído. Pero tenemos que quitarnos esas gafas, que no son nuestras, y decir: déjame buscar mis verdades y tener mi propia visión del mundo. La mía.


Rafael Conde El Titi - Liberate

viernes, 5 de agosto de 2011

LA FILOSOFÍA DEL DECRECIMIENTO...

SERGE LATOUCHE, PORTAVOZ DE LA FILOSOFÍA DEL DECRECIMIENTO.
EL ACTIVISTA FRANCÉS ATACA LA ADICCIÓN AL CONSUMO DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL Y PROPONE UNA SERIE DE MEDIDAS PARA FRENARLA.
En los últimos años, este hombre se ha convertido en el portavoz y el referente más conocido de la filosofía del decrecimiento, una crítica constructiva al paradigma imperante de crecimiento ilimitado. Escritor, articulista y activista de la simplicidad.
El movimiento del decrecimiento que representa nació a finales de los años y 70 de la mano de pensadores críticos con el desarrollo y la sociedad de consumo como Iván Illich (*), André Gorz, Cornelius Catoriadus o François Partant, pero es hoy cuando sobresale más que nunca como un proyecto social, económico y político frente a la sociedad del perpetuo crecimiento. Y ello es así porque son muchas las razones que en el momento actual cuestionan la lógica del crecimiento económico. Por un lado, padecemos una crisis de diversa índole (económica, financiera, ecológica, social, cultural...) y, por otro, el aumento de nuestra renta per cápita en los últimos decenios ha corrido paralelo a una aparente disminución de nuestro grado de satisfacción vital. Por poner un ejemplo, sólo en el año 2005 los franceses adquirieron 41 millones de cajas de antidepresivos, mientras que el 49% de los norteamericanos aseguraba que la felicidad se hallaba en el retroceso, frente a un 26% que consideraba lo contrario.
Existen razones suficientes, por lo tanto, para revisar de manera profunda el actual modelo de progreso y ver si revierte en justicia y en dicha para todos. Eso es, esencialmente lo que propone Latouche a través del movimiento del decrecimiento. "Es un eslogan provocador -puntualiza el economista- que aglutina a los ateos de la religión del crecimiento y a los agnósticos del progreso con el objetivo de romper el lenguaje estereotipado de los adictos al productivismo".
El punto de partida es el siguiente: las sociedades occidentales se han hecho adictas al crecimiento y la capacidad regeneradora de la Tierra ya no puede atender nuestra demanda. El mejor indicador para calibrar esta desproporción es la huella ecológica, que mide la superficie del planeta necesaria para mantener las actividades económicas. Dada la actual población de la Tierra, para ser sostenible se considera que cada uno de nosotros debería limitarse a consumir 1,8 hectáreas de ese espacio bioproductivo. Sin embargo, para sostener nuestro actual nivel de vida, los españoles, por ejemplo, necesitamos cinco hectáreas por persona y año. Si todos los habitantes del planeta vivieran como nosotros, harían falta tres planetas, y seis, si tomáramos como referente el modelo de vida de Estados Unidos. La mayor parte de los países africanos, por el contrario, consumen menos de 0,2 hectáreas de espacio bioproductivo, una décima parte del planeta. Ésta es la advertencia que lanza Serge Latouche: "Si de aquí al 2050 no modificamos esta trayectoria, la deuda ecológica corresponderá a 34 años de productividad, o a 34 planetas."
GASTAR CON SENTIDO COMÚN:
Para reducir la huella de nuestros excesos, los defensores del enfoque decreciente abogan por producir y consumir de una manera distinta. Frente al temor de sus detractores, que se echan las manos a la cabeza porque creen que decrecer significa retroceder a la Edad de Piedra o a la Edad Media, Latouche responde: "Para Europa, y para España en concreto, volver a la impronta ecológica de los años 70 no significa regresar a las cavernas. En los 70 comíamos igual o incluso mejor que hoy. Ahora consumimos tres veces más petróleo y energía para producir las mismas cosas que entonces. La diferencia es que el yogur hoy, por ejemplo, no tiene nada que ver con el yogur que consumíamos hace 30 años. El de antes se hacía con la vaca del vecino y el de ahora lleva 9.000 kilómetros detrás. Sin contar que pagamos por otros servicios incorporados, como el embalaje y el envasado. La clave está en producir y consumir a nivel local, además, claro, de limitar la tendencia actual al heprconsumo."
Sin embargo, recortar nuestro consumo no es la receta que gobiernos y empresarios insisten en prescribirnos. "Nuestros gobiernos -señala Latouche- están cerca de la esquizofrenia porque saben perfectamente que el sistema camina hacia el colapso. El síntoma más evidente es el cambio climático, pero también la extinción acelerada de especies, la propagación de enfermedades relacionadas con la contaminación y el declive que a la larga comportará el fin del petróleo.
El problema es que los políticos no han sido elegidos para cambiar el sistema. El poder no les pertenece a ellos, sino a las grandes empresas transnacionales que actúan como los traficantes de la droga alimentando nuestra adicción al consumo para perpetuar así la lógica del sistema. No son capaces de imaginar otro modo de vida. El crecimiento negativo que vivimos es dramático, pero hay que relativizarlo. Recibimos mucha propaganda mediática con el fin de volver a comenzar y repetir los mismos errores. Berlusconi, por ejemplo, ha llegado a expresar que debemos renunciar a Kioto para relanzar la industria automovilística. Está claro que hay que frenar el desempleo, pero el primer paso en la lógica del decrecimiento sería reducir el tiempo de trabajo."
En efecto, compartir el trabajo y aumentar los placeres es una de las claves en la receta del decrecimiento. Sus pensadores advierten de que no se trata de desmantelar el sistema de un plumazo, sino de iniciar un proceso de transición para reducir ciertos sectores industriales -automovilístico, militar, aviación y construcción- revisar la durabilidad de los productos, fragmentar el espacio monetario, relocalizar la producción, disminuir en dos tercios nuestro consumo de recursos naturales y generar más empleo verde, entre otros cambios posibles. Trabajar menos y de otra manera puede significar, desde la óptica decreciente, reapropiarnos del tiempo, reavivar el gusto por el ocio, recuperar la abundancia perdida de sociedades anteriores y permitir el florecimiento de los ciudadanos en la vida política, privada y artística, así como en el juego o la contemplación. "Lo que es absurdo es pedirle a un trabajador que hace 60 horas semanales que se lea los 600 folios del futuro Tratado Europeo. ¡Eso es una caricatura de la democracia!, ironiza Latouche.
MENOS ES MÁS:
Otra parodia es el concepto de crecimiento o desarrollo sostenible que ha centrado el discurso ambientalista de los últimos 20 años. "Es significativa la ausencia de verdadera crítica a la sociedad de crecimiento en la malyoría de los discursos medioambientalistas, que se van por las ramas con planteamientos sinuosos sobre el desarrollo sostenible. Éste ha encontrado su instrumento favorito en los mecanismos de desarrollo  limpio, tecnologías que ahorran energía o carbono bajo forma de ecoeficiencia, pero seguimos en el campo de la diplomacia verbal porque el desarrollo sostenible, en el fondo, no pone en duda la lógica suicida del desarrollo. El ecocrecimiento -asegura Latouche- es objetivo del nuevo capitalismo verde, del márketing y de lo mediático."
El decrecimiento, por el contrario, se plantea como un cambio profundo de paradigma y como una modificación de las instituciones que lo condorman a favor de una solución razonable: la democracia ecológica. Ya trabajan para ello numerosos grupos locales que se autogestionan para decrecer en toda Europa y también nuevas iniciativas que se proyectan en la misma línea.
"Si yo decido reducir mi consumo de petróleo, pero mi vecino no hace lo mismo, el resultado que produciré es que él tenga más petróleo para consumir, pero no habrá un cambio sustancial importante a nivel global. Por ello -sugiere Latouche-, son mejores las iniciativas colectivas, como los grupos de familia que se organizan para que la huella ecológica del colectivo disminuya. Este tipo de experiencias son mucho más interesantes.
Una de las propuestas más novedosas es la que se engloba bajo el movimiento de Ciudades en Transición, que ha empezado en Inglaterra e Irlanda y que utiliza el concepto de "resistencia" para valorar la capacidad de un grupo o de un sistema para resistir los cambios en su entorno, tales como el declive del petróleo o el aumento de la temperatura. En opinión del economista, "se trata de reabrir el espacio para la inventiva y la creatividad dependiendo de los valores y de los objetivos de cada sociedad. El decrecimiento es un sueño de hoy, pero hay que trabajar para convertirlo en realidad mañana."
LOS PILARES DEL DECRECIMIENTO:
Es necesario hacer frente a la desmesura del sistema, que se podría traducir en la raíz "hiper-" de "hiperactividad", "hiperdesarrollo", "hiperproducción", "hiperabundancia"...Para conseguirlo, el movimiento del decrecimiento propone aplicar las ocho "R":
-Revaluar: Sustituir los valores dominantes por otros más beneficiosos. Por ejemplo, altruismo frente a egoísmo, cooperación frente a competencia, goce frente a obsesión por el trabajo, humanismo frente a consumismo ilimitado, local frente a global, etc...
-Reconceptualizar: Significa mirar el mundo de otra manera y, por tanto, otra forma de interpretar la realidad, que pasaría por redefinir conceptos como los de riqueza-pobreza o escasez-abundancia.
-Reestructurar: Adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores.
-Relocalizar: Producir localmente los bienes esenciales para satisfacer todas nuestras necesidades.
-Redistribuir: Implicaría, básicamente, un reparto distinto de la riqueza.
-Reducir: Hacer lo posible para disminuir el impacto que tienen en la biosfera nuestras maneras de producir y consumir, además de limitar los horarios de trabajo y el turismo de masas.
Reutilizar y Reciclar: La mejor forma de frenar el despilfarro y alargar el tiempo de vida de los productos.

(*)Recuperar la inteligencia del Caracol: Iván Illich, pensador austriaco y uno de los teóricos del decrecimiento, escribió que el caracol construye su concha sumando, una a una, espirales cada vez más grandes. Luego, se detiene bruscamente y empieza a hacer giros decrecientes. Una sola espiral más haría que la concha fuera 16 veces más grande, lo cual sobrecargaría al animal. A partir de ahí, cualquier aumento de su productividad serviría solamente para paliar las dificultades creadas por una concha que ha crecido demasiado. En ese límite, los problemas de sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sól puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética. El decrecimiento utiliza esta imagen como símbolo de su ideario.

(Artículo realizado por ESTHER MIRA para la revista Integral)

miércoles, 3 de agosto de 2011

EN NOSOTROS CRECE LO QUE ALIMENTAMOS EN NUESTRO INTERIOR; ES EL ETERNO PRECEPTO DE LA NATURALEZA (GOETHE)

Venimos hablando del esfuerzo como factor determinante del éxito en cualquier objetivo que nos propongamos, de cómo se forma la voluntad, se perfecciona mediante la persistencia en el esfuerzo y que, al fin, de tanto hacer aquellas cosas que nos convienen, aunque no nos guste hacerlas al principio, llega un momento en que acaban por resultarnos fáciles y gratificantes. 
(...) Traigo aquí mis propias palabras  sobre este tema: " Toda actitud constituye una elección, un tomar partido entre una u otra posición y esto sólo es posible si nuestra mente conoce, juzga y acepta un valor determinado. Al dictamen de la razón sigue la voluntad, estimulada por los procesos afectivos, los deseos y demás motivos que instan al sujeto a pasar a la acción."
Queda claro que el esfuerzo en frío, sin apoyo intelectual y afectivo, no tardará en debilitarse. Es imprescindible el apoyo mental de ideas positivas, de la representación clara del éxito, viéndonos a nosotros mismos disfrutando por el logro alcanzado después de tantos esfuerzos. En tu interior y mientras te esfuerzas en superar cualquier obstáculo, debes grabar con firmeza esta frase: "Lo conseguiré, sean cuales fueren las dificultades que surjan."
Debemos tener siempre presente que no existe una meta elevada, realmente valiosa, carente de obstáculos y que las dificultades y los problemas nos acompañan de por vida y día a día. El secreto está en saber entrenarse cuanto antes en el esfuerzo entusiasta que nos capacita para superar obstáculos, nos enseña a resistir y a no dejarnos llevar por el desaliento y a sacar provechosas lecciones de nuestros errores.
Hemos de elegir el éxito como una salida posible y no permitir que las ideas derrotistas y de fracaso aniden en nuestra mente. Quien admite la derrota ya está derrotado. Sabiamente decía Goethe que en nosotros crece lo que alimentamos en nuestro interior.
Consiste sencillamente en "hacer como si..." ya se hubiese logrado el objetivo marcado, "como si..." ya estuviéramos en posesión de ésta o aquella cualidad.
El poder del pensamiento positivo no es un hallazgo de nuestro siglo. El mismo Virgilio afirmaba que "el espíritu mueve la materia". Kant, en su obra Del poder del Espíritu, se refiere al firme propósito de llegar a dominar los sentimientos enfermizos. Se cuenta  del general francés del siglo XVII Henri Turenne que entraba siempre en batalla al frente de sus tropas y actuaba como vencedor, como si ya hubiese ganado la batalla. Alguien le preguntó que por qué obraba de esta forma y el general se expresió así: "Actúo como un valiente, pero no dejo de sentir miedo ni un minuto. En vez de ceder al temor, le ordeno a mi cuerpo: ¡Tiembla, viejo saco de huesos, pero sigue adelante! y mi cuerpo avanza."
Ya he afirmado en mis artículos  en más de una ocasión que somos dueños de nuestro propio destino en la medida en que somos también dueños de nuestras actitudes. De forma tajante y clara lo ha expresado el gran psicólogo americano William James. "La mayor revolución de nuestra generación es el descubrimiento de que los seres humanos, mediante el cambio de las actitudes internas de sus mentes, pueden cambiar los aspectos externos de sus vidas."
En mis años de infancia y pre-adolescencia, yo era un chico más bien tímido e inseguro. Comencé a leer varios libros de auto-ayuda para fortalecer mi personalidad. De todos guardo un estupendo recuerdo, pero el que más me ayudó a formar una actitud mental positiva y me alentó en los momentos más difíciles en que el esfuerzo no era suficiente fue el libro del psicólogo jesuita Antonio Eymien, titulado El gobierno de sí mismo. Allí aprendí yo a comportarme como si ya no fuera tímido, "como si..." fuera un chico seguro de sí mismo, "como si..." estuviera dotado de mucha calma y serenidad, "como si" fuera muy inteligente. Trataba de relajarme, de adoptar actitudes de equilibrio y de tranquilidad, respiraba varias veces muy profundamente antes de ponerme ante personas que me producían intranquilidad o temor y en poco tiempo había logrado un gran control sobre mí mismo, sobre mis propias emociones.
Desde entonces siempre que decido lograr un objetivo, a la necesaria dosis de esfuerzo añado el "como si...", es decir, me comporto con la misma ilusión y alegría que tendría tras el éxito.

(Del psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno)
   

"LA ACCIÓN MÁS PEQUEÑA VALE MÁS QUE LA INTENCIÓN MÁS GRANDE"

   Creo haber dicho ya en alguna ocasión, si mal no recuerdo, que los manuales de psicología distinguen cuatro momentos o pasos en el acto voluntario: La concepción o representación del objetivo deseable que pretendemos alcanzar; la deliberación de si es o no razonable y conveniente el acto proyectado, es decir, sopesar los pros y los contras; la decisión o resolución firme y definitiva de ejecutar el proyecto que se desea y estima como razonable y, finalmente, la ejecución del acto proyectado, es decir, pasar a la acción, hacer aquello que decidimos hacer.
   No acaba el cometido de la voluntad con la decisión, ni la ejecución es independiente de la decisión, pero hasta que no pasamos a la acción no hay verdadera voluntad, ya que antes de la ejecución, hasta la decisión más firme puede quedarse en nada. Todos sabemos por experiencia que, a veces, basta que pase algo aparentemente insignificante para que no se ejecute una decisión tomada. Con toda la intención de clarificar bien el tema que nos ocupa he escogido como encabezamiento de este artículo la frase de Elsenberg: "La acción más pequeña vale más que la intención más brande". Sí, nadie pone en duda que las buenas intenciones, deseos y promesas están muy bien, pero son las acciones quienes nos definen, nos hacen progresar, nos realizan; en definitiva, nos condenan o nos salvan.
   Pero, ¿cuál es el motor de toda acción? Sin ninguna duda, el esfuerzo, ese impulso vigoroso y definitivo que hace posible al hombre convertir en realidad sus proyectos, sus decisiones. Esta es la razón por la cual en cualquiera de mis publicaciones, cursos o conferencias sobre formación humana, concedo siempre una especial importancia a la formación de la voluntad constituyente, es decir, a una educación y entrenamiento del ser humano en el esfuerzo, en la capacidad de elegir todo aquello que le conviene, que es necesario y bueno para el desarrollo integral de su personalidad, para el crecimiento interior, aunque no le guste, aunque ello le suponga denodado esfuerzo y sacrificios.
   Y no hay otro camino. Por más que alguien pretenda lograr una gran madurez mental y psíquica por la vía exclusiva de lo agradable y lo placentero, de  lo que pide el cuerpo, en frase de muchos jóvenes de ahora, jamás logrará ser dueño de sí mismo y de sus actos ni estar pertrechado de una voluntad poderosa y a prueba contra todas las dificultades.
   Sabemos que no hay voluntad sin la intervención de motivos y razones, que son de orden intelectual e implican el conocimiento del valor de las cosas o situaciones entre las que elegimos. Pero los motivos y razones, más que empujarnos de forma directa a la acción, más que fuerzas impulsoras, son luces que nos hacen ver más claramente la conveniencia de pasar a la acción. Pero las razones conscientes, los motivos, dependen por completo de esa energía interna del esfuerzo de cada individuo, dueño de sus propios actos, que activa con irrevocable determinación la espoleta del querer y ejecutar, sin más preámbulos, aquello que la razón nos ha propuesto como conveniente o necesario.
   Esa energía de voluntad sólo se transforma en determinación irrevocable, se convierte en acción eficaz si la persona ha desarrollado lo suficiente el músculo del esfuerzo tras haber adquirido el hábito, la habilidad, la destreza, la facultad de pasar a la acción, en todo aquello que es bueno, deseable y positivo, por costoso, difícil e ingrato que parezca.
   A esta energía de voluntad conviene añadir un buen equilibrio psicofísico y mental del individuo. Los hábitos de querer, la aptitud para el esfuerzo y la superación de dificultades y obstáculos presuponen que el sujeto haya logrado un notable equilibrio mental y psíquico, unos niveles suficientes de autocontrol.
   Por lo demás, sólo me resta añadir que para lograr una fuerte voluntad sugiero lo siguiente:
   - Formular el propósito de forma positiva y no emplear expresiones como "lo intentaré", sino, "voy a hacer tal cosa, ahora" y hacerla sin más.
   - Fijarse objetivos y propósitos posibles, y medibles, evaluando en qué medida los hacemos realidad.
   - Tener muy claro que tú eres el único responsable y no culpar a los otros.
   - Ayúdale con ejemplos vivos de fuerte voluntad.
   - Felicítate, prémiate, concédete recompensas tras cada logro, tras cada esfuerzo y acto de voluntad.

(Del psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno)



martes, 2 de agosto de 2011

DIEZ CLAVES PARA UN DOMINIO ACTIVO:

1.- Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo qué siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.
2.- Vive el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento. Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé uno con él.
3.- Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior. En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás reconectándote con tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que puedas guiarte por la intuición, antes que por interpretaciones impuestas desde fuera sobre lo que te conviene o no te conviene.
4.-Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez de tu valer; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.
5.- Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo. Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por viejos sufrimientos. cuando renuncies a ese enojo te corarás y cooperarás con el flujo del universo.
6.- Recuerda que el mundo de "allí fuera" refleja tu realidad de "aquí dentro". Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más odias es lo que más niegas en tí mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de tí. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disguste desaparecerá.
7.- Libérate de la carga de los juicios; te sentirás mucho más ligero. Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a tí mismo.
8.- No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida o por emociones tóxicas. Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada célula es un punto de conciencia dentro del camo de la conciencia que eres tú.
9.- Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor. El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de imponer el pasado al presenta jamás acabará con la amenaza del sufrimiento. Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad en tu propio ser, que es amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier amenaza, porque tu fuerza inteior es invulnerable al miedo.
10.- Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más profunda. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía; como una parte de  esta inteligencia reside en tí, participas del poder organizador del cosmos. Como estas inseparablemente vinculado con el todo, no puedes permitirte contaminar el aire y el agua del planeta. Pero, en un plano más profundo, no puedes permitirte vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado bien para tí y para la Tierra.

La Vida es una empresa creativa. Hay muchos planos de creación y, por ende, muchos planos de dominio posible. Amar por completo, no juzgar y aceptarse uno mismo es un objetivo exaltado, pero lo importante es operar desde un concepto de totalidad. Como nuestra sociedad no ve el final de la ruta, el eminente psiquiatra Erik Erikson se lamenta: "Nuestra civilización no alberga, en realidad, un concepto de la totalidad de la vida." El nuevo paradigma nos proporciona ese concepto al entretejer cuerpo, mente y espíritu en una unidad. Los años avanzados deberían ser el tiempo en que la vida se integra. El círculo se cierra y la finalidad de la existencia queda cumplida. En ese aspecto, el dominio activo no es sólo un medio para sobrevivir hasta una edad muy avanzada: es la ruta hacia la libertad.

(El libro "Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo". Autor: Deepak Chopra)