lunes, 16 de mayo de 2011

EN LA INDIA EXISTE EL SIGUIENTE RELATO...

" Un hombre mayor viajaba con su discípulo. Cansado de andar, se detuvo bajo un árbol, le dio su cántaro al joven y le pidió que le trajese agua de una aldea que se veía a lo lejos. El chico cogió el cántaro y se encaminó hacia el pueblo. Llegó a una fuente que a esa hora estaba muy concurrida por las numerosas mujeres que habían ido a buscar agua. El se fijó en una bella joven, de la que se enamoró al instante. La siguió y se pasó varios días rondando su casa. Cuando el padre le preguntó qué buscaba, él le confesó el amor que sentía por su hija y le pidió su mano. El padre y la chica accedieron. Se casaron y tuvieron varios hijos. Muchos años más tarde, el primogénito partió en busca de fortuna y año tras año le siguieron todos sus hermanos. Entonces murió su suegro, luego su suegra y, un día, también su mujer.
El hombre se encontró solo. 
Una tarde que pasaba triste por delante de la fuente en que conoció a su esposa se acordó súbitamente del cántaro, del agua y de su maestro que había olvidado bajo el árbol.
Corrió a casa, buscó el cántaro, lo encontró, lo llenó de agua y partió raudo hacia allí. 
El anciano lo acogió sencillamente diciendo:
-¡Hijo, estaba empezando a preocuparme!..."

Me encanta esta historia, que describe muy bien las distracciones y las dispersiones erráticas que van marcando nuestras vidas. Todos nosotros vamos dando vueltas en torno a la "fuente de la separación", hasta el instante en el que descubrimos nuestra razón de ser. La vida cobra entonces otro sentido. Esa fuente existe realmente: es el punto de partida hacia un allende desconocido.
Cuando yo era niño se situaba en el barrio asiático de Estambul, entre Usküdar y Kadikóy. Era el lugar simbólico de salida y llegada de Oriente. Familiares y amigos acompañaban hasta ese lugar a la mayoría de los peregrinos que iban a La Meca; y desde allí emprendían solos el largo viaje. A mí también, muy a menudo, familia y amigos me han acompañado hasta esa fuente simbólica. Hoy día, al no tener Occidente fronteras geográficas, puesto que el mundo tiende a la globalización, la fuente de la separación se encuentra en mí como la frontera de un allende ignoto.

(Texto extraído del libro "La fuente de la separación" de: Kudsi Esguner- Musico Sufí Turco. Editado por la asociación cultural Oezobap)

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