miércoles, 20 de agosto de 2008

MI OPINION:

Muchas veces me he quedado observando a los niños o bebés y no he podido evitar el pensar que ante mí se está manifestando una lección, una lección que se repite una y otra vez, la lección de la evolución humana.

Para mí no es difícil imaginarme los primeros pasos que tuvieron que hacer los seres humanos primitivos. Me imagino cuando poco a poco, ejercitando y observando cada parte de su cuerpo, su movimiento, ensayando con sus manos y pies, mirando lo que le rodea, oyendo sin entender lo que ocurría en su alrededor, y...¡al fin!, sintiendo la necesidad de querer incorporarse, de ponerse en pie, y poder mantener el equilibrio. ¿Que sensación obtendría, cuando se alzó por primera vez sobre sus pies, por encima del suelo?. Me puedo imaginar la sensaciones que pudo tener entonces, al descubrir que podía ver más lejos, que podía andar y desplazarse de otra forma diferente. Esa sensación de poder mezclado, con curiosidad, con deseos de realizar nuevas acciones (correr, subir, bajar por una pendiente, cruzar un río, coger objetos y llevarlos entre sus brazos....etc).

Esta situación novedosa para él, también le provocaría una nueva forma de actuar, y sentir la necesidad de tomar contacto con su entorno, observar a sus semejantes e intentar relacionarse con ellos. De esta relación con sus semejantes surgirían los primeros intentos de crear un lenguaje (en un principio gestuales, después sonidos guturales y, más tarde las primeras sílabas ) que pudiera ayudar a entenderse entre ellos.

Tampoco me es difícil imaginar, cuando por primera vez, casi jugando con los elementos de su entorno, (piedras, palos, huesos), descubriera una utilidad a un objeto con el que estaba golpeando el suelo emitiendo un sonido, rompiéndolo, logrando que cambiara su forma original, descubriendo que con este nuevo objeto podría cazar algún animal , o utilizarlo por primera vez como una herramienta.

Lo mismo sucede cuando imagino a este ser, jugando con el barro y haciendo por primera vez una bola y ahuecándola golpeando con su puño ....y descubriendo que así podría beber más fácilmente el agua de un río, sin tener que sumergir toda la cara o sin tener que utilizar el hueco de sus manos o... quizás lo utilizaría para guardar semillas o restos de alimentos. Y así superando cada prueba que se le cruzara en la vida, pruebas cada vez más complicadas....que le ayuda a tomar conciencia de que " puede hacer" muchas cosas y... que cada vez se siente más seguro de sí mismo, se siente más independiente. De alguna manera poco a poco se dará cuenta de la existencia de su propio "YO", y tomará consciencia de su propia identidad, que le diferencia de los demás seres de su entorno, ...y todo esto acompañado por el razonamiento que le ayuda a clasificar, ordenar, discriminar, observar, asociar ideas, crear ideas y desarrollarlas,... también cometer errores, que le ayudaran a enfrentar cada problema y superarlo,... y aprender.

Cuando observo a un niño jugando en libertad, en un entorno cálido y seguro para él, con sus necesidades tanto físicas como afectivas cubiertas, en el veo reflejado ese "bagaje" que tiene de alguna manera introducido en los más profundo de su ser, que le ayuda, como una "guía interna" innata que hace que su cuerpo y mente vaya adquiriendo habilidad, destreza,.... madurez. Esto lo observo desde que el niño prácticamente acaba de nacer , y que ya tiene una serie de movimientos reflejos, que le pueden ayudar a subsistir (como por ejemplo, el de succionar). Se puede decir que en su interior y de una manera inconsciente existe una guía innata que le indica cuándo y hacia qué debe sentir curiosidad, y cómo inducir a los demás a ayudarle. Pero...también existe otra guía... que son los padres y personas que cuidan al niño y que propiciando su relación con él le ayudará a "crecer", a conquistar su autonomía, su independencia y su identidad personal.

Al principio, los niños aprenden por el método del tanteo; de ahí su tendencia constante a juguetear y experimentar. Lo que más les motiva es deleitarse con su propia actividad y con el placer que sus padres muestran al contemplarles y alentarles. Más tarde también aprenden imitando a los adultos, emulando primero sus acciones y luego sus intenciones e intereses. Y poco a poco también querrá desarrollar sus propias habilidades sociales. Al tiempo que los niños crecen y entienden las palabras, empiezan a aprender de un modo más formal, interiorizando lo que se les explica. Pero, al margen de cómo aprendan, cada niño tiene que "escalar su propia montaña". No todos son capaces de coronar la cima. La orientación de los padres y adultos que le cuidan les ayudará a partir de la mejor base posible. Hasta donde llegue el niño dependerá en última instancia de su habilidad, personalidad y determinación, así como de otros factores más tangibles, como la confianza en sí mismo y su autoestima ( y algo de suerte, todo hay que decirlo).
Un niño amado crece feliz, y alguien que comprenda su desarrollo proporcionará la mejor de las iniciaciones.

Para terminar quiero añadir las palabras que están en estos apuntes de "La aventura de crecer", palabras con las que estoy completamente de acuerdo y que de alguna manera me ha inspirado este comentario:

"Crecer no es siempre "ir hacia delante", a veces hay retrocesos normales: la inseguridad ante lo "nuevo" y lo "diferente", motiva el aferrarse a lo conocido, un "regreso" hacia lo ya consolidado; se crece en zig-zag y no en línea recta, se vuelve atrás...
Para tomar....
Impulso..."

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