miércoles, 3 de agosto de 2011

EN NOSOTROS CRECE LO QUE ALIMENTAMOS EN NUESTRO INTERIOR; ES EL ETERNO PRECEPTO DE LA NATURALEZA (GOETHE)

Venimos hablando del esfuerzo como factor determinante del éxito en cualquier objetivo que nos propongamos, de cómo se forma la voluntad, se perfecciona mediante la persistencia en el esfuerzo y que, al fin, de tanto hacer aquellas cosas que nos convienen, aunque no nos guste hacerlas al principio, llega un momento en que acaban por resultarnos fáciles y gratificantes. 
(...) Traigo aquí mis propias palabras  sobre este tema: " Toda actitud constituye una elección, un tomar partido entre una u otra posición y esto sólo es posible si nuestra mente conoce, juzga y acepta un valor determinado. Al dictamen de la razón sigue la voluntad, estimulada por los procesos afectivos, los deseos y demás motivos que instan al sujeto a pasar a la acción."
Queda claro que el esfuerzo en frío, sin apoyo intelectual y afectivo, no tardará en debilitarse. Es imprescindible el apoyo mental de ideas positivas, de la representación clara del éxito, viéndonos a nosotros mismos disfrutando por el logro alcanzado después de tantos esfuerzos. En tu interior y mientras te esfuerzas en superar cualquier obstáculo, debes grabar con firmeza esta frase: "Lo conseguiré, sean cuales fueren las dificultades que surjan."
Debemos tener siempre presente que no existe una meta elevada, realmente valiosa, carente de obstáculos y que las dificultades y los problemas nos acompañan de por vida y día a día. El secreto está en saber entrenarse cuanto antes en el esfuerzo entusiasta que nos capacita para superar obstáculos, nos enseña a resistir y a no dejarnos llevar por el desaliento y a sacar provechosas lecciones de nuestros errores.
Hemos de elegir el éxito como una salida posible y no permitir que las ideas derrotistas y de fracaso aniden en nuestra mente. Quien admite la derrota ya está derrotado. Sabiamente decía Goethe que en nosotros crece lo que alimentamos en nuestro interior.
Consiste sencillamente en "hacer como si..." ya se hubiese logrado el objetivo marcado, "como si..." ya estuviéramos en posesión de ésta o aquella cualidad.
El poder del pensamiento positivo no es un hallazgo de nuestro siglo. El mismo Virgilio afirmaba que "el espíritu mueve la materia". Kant, en su obra Del poder del Espíritu, se refiere al firme propósito de llegar a dominar los sentimientos enfermizos. Se cuenta  del general francés del siglo XVII Henri Turenne que entraba siempre en batalla al frente de sus tropas y actuaba como vencedor, como si ya hubiese ganado la batalla. Alguien le preguntó que por qué obraba de esta forma y el general se expresió así: "Actúo como un valiente, pero no dejo de sentir miedo ni un minuto. En vez de ceder al temor, le ordeno a mi cuerpo: ¡Tiembla, viejo saco de huesos, pero sigue adelante! y mi cuerpo avanza."
Ya he afirmado en mis artículos  en más de una ocasión que somos dueños de nuestro propio destino en la medida en que somos también dueños de nuestras actitudes. De forma tajante y clara lo ha expresado el gran psicólogo americano William James. "La mayor revolución de nuestra generación es el descubrimiento de que los seres humanos, mediante el cambio de las actitudes internas de sus mentes, pueden cambiar los aspectos externos de sus vidas."
En mis años de infancia y pre-adolescencia, yo era un chico más bien tímido e inseguro. Comencé a leer varios libros de auto-ayuda para fortalecer mi personalidad. De todos guardo un estupendo recuerdo, pero el que más me ayudó a formar una actitud mental positiva y me alentó en los momentos más difíciles en que el esfuerzo no era suficiente fue el libro del psicólogo jesuita Antonio Eymien, titulado El gobierno de sí mismo. Allí aprendí yo a comportarme como si ya no fuera tímido, "como si..." fuera un chico seguro de sí mismo, "como si..." estuviera dotado de mucha calma y serenidad, "como si" fuera muy inteligente. Trataba de relajarme, de adoptar actitudes de equilibrio y de tranquilidad, respiraba varias veces muy profundamente antes de ponerme ante personas que me producían intranquilidad o temor y en poco tiempo había logrado un gran control sobre mí mismo, sobre mis propias emociones.
Desde entonces siempre que decido lograr un objetivo, a la necesaria dosis de esfuerzo añado el "como si...", es decir, me comporto con la misma ilusión y alegría que tendría tras el éxito.

(Del psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno)
   

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