lunes, 15 de agosto de 2011

EL ARTE DE VIVIR EL TIEMPO (II):

-Enfermos de estrés: Una mala relación con el tiempo es una de las causas de este problema tan extendido hoy día. Pero, cuidado, el vocablo se utiliza ahora en exceso. ¿Qué es? Lo redescubrimos, buscamos sus efectos, positivos y negativos, y hallamos soluciones.
El estrés es vida, dicen unos, nos permite mantener el equilibrio frente a los acontecimientos. El estrés es muy perjudicial, dicen otros ¿Quién se equivoca? Ninguno. Es ambas cosas.
Convertido en un problema muy extendido, ha entrado de golpe en nuestras vidas sin pedir permiso y, sobre todo, sin tarjeta de presentación hasta el punto de que, junto a la ansiedad, empleamos su término en exceso.
Como señala Miquel Casas en Vivir bajo presión (Ed. Océano), "este vocablo se utiliza ahora como reclamo publicitario para un sinfín de artilugios y de fármacos de acción poco específica. Si nos sentimos estresados, parece suficiente entrar en un hipermercado para encontrar la solución: almohadas antiestrés, plantillas relajantes, ambientadores reductores de estrés... El uso indiscriminado ha acabado por convertirlo en poco más que sinónimo de prisa, fatiga o agitación".
Olga Rubio, psicóloga y directora del centro de relajación y fisioterapia Eutrés, en Madrid, opina igualmente que "estrés y ansiedad son palabras muy manidas, lo que repercute negativamente, porque muchas personas no saben bien lo que es. Es muy importante saber que no son malos. No es algo que tengamos que quitar de nuestras vidas, sino que tenemos que apender a gestionar".
-Tiempo para no hacer nada: ¿Qué significan exactamente estos dos términos? ¿Son lo mismo? "Son dos términos muy cercanos -aclara Juan José Miguel Tobal, catedrático y director del máster de Ansiedad y Estrés de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid-. El estrés es un proceso de adaptación con tres fases: una de alarma, cuando ante una nueva situación el individuo pone en marcha los mecanismos psicológicos y fisiológicos necesarios para adaptarse a esa nueva demanda; otra de resistencia, si la causa que genera el estrés continúa; y una más de agotamiento, si se mantiene, que es cuando surgen los síntomas negativos. En esta fase se puede desencadenar una reacción de ansiedad, una emoción que surge ante algún tipo de amenaza".
El estrés, más asociado con el cansancio, no tiene por qué manifestar ansiedad, pero sí otras emociones como alegría, enfado o tristeza. Además, puede venir provocado por diferentes situaciones positivas o negativas, como tener un ascenso o casarse, mientras que la ansiedad se produce por situaciones amenazantes, al menos así las percibe el individuo, como ver una araña, vivir una tormenta o estar en la oscuridad. En opinión de Rubio, como el estrés, "la ansiedad tampoco hay que eliminarla. Gracias a ambos  "me pongo las pilas", lo malo es cuando se hace crónico o alcanza niveles elevados".
El problema es que hoy día ese "estar con las pilas puestas" continuamente parece obligatorio. Rubio considera que "esta sociedad lo fomenta porque está mal visto no hacer nada. Sin embargo, necesitamos tiempo para nosotros o sencillamente para no hacer nada. Hay mucha gente que no disfruta del momento, de las pequeñas cosas...". Juan José Miguel Tobal recuerda que hay varias hipótesis sobre el aumento de casos de estrés: "Algunas tienen que ver con los estilos de vida, vivimos en un mundo que nos exige ser cada vez más competitivos. Otros piensan que lo que falla es la capacidad de resistencia de los individuos".
El estrés no hace distinción de sexos. Repercute igualmente en hombres y mujeres y los organismos reaccionan igual ya sea por una situación positiva o negativa. La clave es gestionar los recursos para que no se haga crónico y traiga las consecuencias negativas que hace que enfermemos y estemos agotados física y psíquicamente. Ese agotamiento trae síntomas como problemas de concentración, preocupaciones anticipadas, taquicardias, problemas de sueño y sexuales, dolores de cabeza, contracturas, tics y conductas de evitación.
-Una peligrosa espiral: En el entorno laboral, éstos síntomas conducen a la pérdida de productividad, problemas serios de salud y bajas médicas. Un subtipo de estrés laboral, el síndrome del trabajador quemado, tiene, además, unos síntomas muy característicos. Juan José Miguel explica que "tiene que ver fundamentalmente con trabajos de cara al público. Tras un periodo, las personas sufren pérdida de iniciativa laboral, sienten fatiga emocional, cierta despersonalización, la tendencia a tratar al usuario como un objeto y a distanciarse".
Si el estrés persiste sin buscar solución es fácil entrar en un peligroso círculo hallando en el alcohol, el tabaco o algunos alimentos con funciones estimulantes o tranquilizantes, o acelerando nuestro ritmo y durmiendo menos, en un intento de ganar tiempo. Esos remedios son, a la larga, perniciosos. De ahí la importancia de atajar el problema cuanto antes. Cuando advirtamos que afecta a nuestra vida de manera prolongada, cuando nos sintamos desbordados, debemos poner remedio.
-Poniendo remedios: Como explica Rubio, "cuando vea que se levanta cansado/a, que le cuesta enfrentarse al trabajo, que ve cambios en su estado emocional, debe plantearse que tiene un problema".
Altos niveles de estrés requieren ayuda psicológica. La directora de Eutrés señala que "se dan habilidades para no interpretar las situaciones como estresantes, habilidades para aprender a solucionar problemas y no verlo todo negativo".
En casos de estrés y ansiedad se suele emplear una combinación de tres grupos de técnicas, como indica Juan José Miguel Tobal: "Las dirigidas a desactivar al sujeto, relajación; las cognitivas, para promover un cambio de aptitud en la forma de afrontar las situaciones, y las conductuales, que enseñan a actuar de otra manera".
Estrés y ansiedad se han convertido, sin duda, en males de nuestro tiempo. Juan José Miguel considera que "tenemos muchos más conocimientos del mundo, pero nadie se ha preocupado por enseñarnos cómo sentir y expresar nuestras emociones. En estos 2.000 años no hemos avanzado nada en ese aspecto". Cambiar, sin embargo, es posible y  está en nuestras manos. "Si para enfrentarnos a nuestro primer trabajo nos preparamos, ¿por qué no nos preparamos, prevenimos, ante otras cosas?", se prengunta Rubio. El problema surge de nuevo por la mala relación con el tiempo y con nosotros mismos. "Vamos tan acelerados que nos planteamos hacia dónde queremos ir", añade.

No hay comentarios: