lunes, 15 de agosto de 2011

EL ARTE DE VIVIR EL TIEMPO (I):

-En busca del tiempo perdido: Vivimos gobernados por los relojes, con la sensación de que cada vez corremos más y cada vez tenemos menos tiempo, esa materia vital que nadie nos ha enseñado a manejar. Poniéndolo a nuestro servicio volveremos a ser dueños de nuestras vidas.
"Conoce el verdadero valor del tiempo: cógelo y disfruta cada momento de él". La reflexión del Lord Chesterfield en el siglo XVIII sigue vigente hoy. Ya los griegos diferenciaban entre chronos, el tiempo de calidad. Séneca meditaría también sobre este concepto. "Todas las cosas nos son ajenas; sólo el tiempo es nuestro".
Nos cuesta creer al filósofo romano cuando pocos nos consideramos dueños de nuestro tiempo. Vivimos gobernados por los relojes.
Ya nuestros antepasados se guiaban por los relojes de sol, de agua (las clepsidras egipcias medían el tiempo por la noche; eran unas vasijas con agua que salía por un orificio a una velocidad determinada y en un tiempo fijo) o de fuego (los romanos usaban velas que marcaban las horas).
El concepto del tiempo ha sido un misterio desde la antigüedad. Newton, Kant o Eintein invirtieron mucho tiempo en estudiar precisamente eso, el tiempo, pero no es nuestra intención "bucear" en la física ni en la metafísica, sino reflexionar sobre nuestro tiempo, ése que Jean-Luis Servan-Schreiber define en El nuevo arte de vivir el tiempo (Ed. Paidós) como "vida". Y propone un ejercicio para demostrar su importancia: "Haced la prueba con cada una de estas frases: no hay tiempo para..., utilizar bien el tiempo, perder el tiempo, voy a dedicarle tiempo... Poner vida en lugar de tiempo es convencerse de que es exactamente la misma cosa". Éste es el objetivo de este artículo-dossier, aliarnos con nuestra vida, con nuestro tiempo, para alcanzar una existencia más serena.
-Malgastemos el tesoro: José Ballesteros, autor de El reto (Ed. Belacqua) y director de la empresa de desarrollo personal VESP (www.actitudenaccion.vesp.com), considera que "el tiempo no depende de nosotros. Es el recurso más democrático porque todos tenemos 24 horas, pero lo que sí depende de nosotros es cómo utilizarlo". Para Serva-Schreiber; "dominar el tiempo es dominarse a sí mismo". En nuestras manos está, pues, no ser enfermos del tiempo, ésos que se sienten obligados a hacer todo hasta el punto de perder el sentido de la realidad.
Paradójicamente disponemos de mucho más tiempo que nuestros antepasados. Vivimos más años, la tecnología nos ayuda y tenemos más días de vacaciones. Nunca antes habíamos podido disfrutar de tanta dosis de vida; sin embargo, cada vez nos ahoga más la sensación de falta de tiempo. Fernando Trías de Bes, autor de El vendedor del tiempo (Ed. Urano), cuyo protagonista vende miutos de tiempo envasados, recuerda cómo "Franklin, el inventor del pararrayos, estimó que, tal como avanzaba la técnica, a finales del siglo XX se trabajaría sólo tres horas semanales. Lo mismo se dijo cuando surgieron las lavadoras o el e-mail, pero a medida que podemos tener una liberación de tiempo nos creamos otras ataduras".
-Un momento de reflexión: Efectivamente tenemos un 7% más de tiempo que antes, pero queremos realizar un 20% más de tareas. Antes era suficiente con satisfacer las necesidades más básicas, mientras que hoy no somos capaces de seleccionar tantas opciones como tenemos. "Nuestros deseos crecen con mayor rapidez que el tiempo que tenemos para satisfacerlos -recuerda Servan-Schreiber-. No busquemos en otra parte la raíz profunda de nuestra sensación de falta de tiempo".
Trabajo, atasco, niños, tareas del hogar, ocio... sentimos que nuestras vidas están teledirigidas y pasamos la vida corriendo en un intento de ganar tiempo al tiempo. Obviamente, no lo conseguimos. Publio Siro ya lo apuntó: "El tiempo de la reflexión es una economía de tiempo", pero parece que desde la época romana no hemos avanzado nada. No reflexionamos. "La sociedad no nos invita a que nos paremos -denuncia Ballesteros- y es un gran error. Tenemos que reflexionar sobre el viaje más importante de nuestra vida. Si no tienes objetivos, ¿cómo vas a saber qué elegir?".
"El único tiempo que puedes controlar es lo que hagas en tu agenda de 24 horas -añade Ballesteros-. Tú decides tus horas de descanso, de sueño e incluso de oficina, porque puedes decidir cómo organizarte". Frente a la espiral del tiempo la solución pasa por renunciar y priorizar.
(...) Lo primero que tienes que hacer es reconocer dónde estás, actuar en los asuntos significativos y eliminar todo lo que te está quitando tiempo de otras actividades. Preocuparse por algo no implica progresar en ello. Generalmente, existe una relación inversa entre las preocupaciones que tenemos en mente y lo que en efecto hacemos por resolverlas". "Haz tantas cosas como puedas o quieras y estate en paz con las que aún no has hecho".
En opinión de  Trías de Bes es imprescindible "tomar conciencia de a qué quieres dedicar tu tiempo, pner prioridades, saber decir "no" y ser valiente, porque pueden verte como un bicho raro por no haber visto la última carrera de coches". También es importante "reservarte tiempo para tí". Ballesteros recomienda "crear el hábito de estar solo un rato al día. Parar un momento para decidir dónde voy y cómo voy. Si una vez al día es muy complicado, empieza por una vez al mes".
-Reaprender a vivir:  Para el director de VESP, la clave está en "tomar conciencia de que yo soy el dueño de mi vida, ni mi jefe, ni mis padres, y pararse a pensar: ¿estoy dispuesto a disfrutar la responsabilidad de mi única, individual y maravillosa vida". ¡Pues adelante!.
Elegir lleva riesgos y responsabilidades, pero a la larga es siempre grato. Tú, lector, ya has elegido. Te has dado unos minutos para tí, para leer y para reflexionar. Has sabido encontrar tiempo, mejor dicho, has aprendido a concedertelo. En una época en la que vivimos inmersos en una carrera diaria, la tuya es una actitud casi heroica. Has dado el primer gran paso para disfrutar de una vida plena porque, como reflexiona Servan-Schreiber; "el dominio del tiempo tiene dos objetivos. El más evidente es ser más eficaz. El más rico y raro es aprender de nuevo a gozar del instante con aquella intensidad que conocimos, a los seis años, ante aquel rayo de son que venía a calentarnos la mano en un sotobosque saturado de olor a pino".

"No es el tiempo el que nos falta. Somos nosotros quienes le faltamos a él" (Claudel)

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