viernes, 29 de julio de 2011

domingo, 17 de julio de 2011

"Nakozonga" - Lokua Kanza

GRANDEZA SIN LÍMITES:

A estas alturas tenemos que tener claro que para lograr cualquier objetivo, para fomentar una actitud mental positiva de esperanza, debe imaginarse a sí mismo disfrutando y logrando eso que tanto ansía como si ya fuera una realidad.
Somos más grandes que cualquier cosa que pueda sucedernos y tenemos el poder  de superar el dolor, el sufrimiento y los infortunios y subirnos al carro de la esperanza si desde hoy tomamos la firme decisión de asumir  la responsabilidad de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, sentimientos y actos. Podremos adelgazar, tener más fuerza de voluntad, ser más abiertos y espontáneos, más amables, menos tímidos , superar los sentimientos de soledad, indefensión, celos y autoculpa..., simplemente si nos lo proponemos, lo deseamos, lo esperamos con todas nuestras fuerzas y sabemos visualizar e imaginar el objetivo que nos hayamos propuesto.
Todo es cuestión de técnica y de tesón, de lograr que actúen de forma conjunta nuestros sentimientos, nuestros afectos, nuestra mente y nuestra voluntad, pero siempre en la misma dirección positiva de la esperanza sin límites. Vuelvo a recordar todo el mensaje en una breve frase: podremos lograr nuestro objetivo, nuestro sueño dorado, si pensamos con absoluta confianza que podemos y nos vemos y sentimos a nosotros mismos disfrutando del logro proyectado, convertido ya en realidad.
Tras muchos años en contacto directo con hombres y mujeres que lograron éxitos o fracasos, y después de haberme leído la mayoría de los libros de autoayuda que ofrecen fórmulas, estrategias y sugerencias para triunfar en la vida, no creo equivocarme al afirmar de forma rotunda que toda persona, sin excepción, está dotada de una prodigiosa y misteriosa fuerza interior que le faculta para lograr los más espectaculares e increíbles triunfos, pero también esa misteriosa fuerza, si no se emplea en la forma adecuada, le puede arrastrar a los más estrepitosos e impensables fracasos. Esa fuerza tan poderosa, tremenda y casi mágica reside en nuestra mente, en nuestro pensamiento. Llegamos a ser tal y como nos vemos a nosotros mismos, llegamos a convertirnos en todo cuanto nuestro pensamiento nos informa. En definitiva, la calidad de nuestros pensamientos determina en buena medida nuestra calidad de vida. 
De todo lo dicho se deducen dos cosas: 
-La primera es empezar por cortar por lo sano y decirnos a nosotros mismos: "¡Se acabó!, ¡Basta!, no permitiré en lo sucesivo que los pensamientos derrotistas, negativos y de fracaso vuelvan a anidar en mi mente". Esos viejos pensamientos y sentimientos de culpa, de fracaso, de temor, deberán cambiar de signo o se irán extinguiendo rápidamente ante mi más absoluta indiferencia. Por otra parte, desde hoy todos mis nuevos pensamientos serán de signo positivo, irán impregnados de esperanza y de confianza en el futuro.
-En segundo lugar, desde hoy desarrollaremos el hábito de descubrir y alentar cuanto de valioso y digno de reconocimiento veamos en los demás. Queda claro que el secreto está en que procuremos experimentar cuantas emociones y sentimientos positivos y beneficiosos seamos capaces, ya que éstos suelen precisar menos espacio mental y, por tanto, somos más libres para ocupar nuestro cerebro de forma productiva en otras muchas cosas. Por el contrario, cuando experimentamos sentimientos y emociones negativos, los problemas que conllevan requieren la máxima atención y reflexión y apenas sí podemos ocupar la mente en otra cosa que no sea preocuparnos.
El resultado de todo esto es que las emociones y sentimientos negativos acaban por controlar nuestra existencia a no ser que, como acabo de decir, en un momento de coraje y lucidez digamos: "¡Se acabó! Desde hoy asumo la responsabilidad sobre mi vida de forma plenamente consciente e inteligente: serán mis pensamientos positivos los que controlarán mis emociones y no al revés." ¿Sabe querido lector que la increíble y misteriosa fuerza del pensamiento positivo pletórico de esperanza ha conseguido alargar la vida de enfermos de cáncer condenados a una muerte prematura?. El doctor Bernie S. Siegel, cirujano de fama mundial, lo expresa así de claro en estas palabras: "He visto personas a las que se diagnosticó un cáncer  cambiar su perspectiva y afrontar la enfermedad positivamente. Las he visto disfrutar de una vida fructífera y productiva en lugar de vegetar aguardando la hora final. Y he visto cómo su dolencia mejoraba a consecuencia de ese cambio de actitud."
Sobran comentarios. Su turno, querido lector, empieza ahora. Recuerde siempre las palabras de E. Hemingway cuando dice que el hombre no está hecho para la derrota y que es en el pensamiento donde se libra la batalla del éxito o del fracaso. Queda claro que eres tú el dueño de tu destino, que eres más grande que cualquier cosa que pueda sucederte y que dentro de tí están todos los tesoros y potencialidades.

sábado, 16 de julio de 2011

LA ELEGANCIA:

Elegancia es una palabra que procede del término latino elegans y a su vez deriva de eligere (elegir). Por tanto, si nos atenemos a la etimología del término, se es elegante en la medida en que se es capaz de tener decisión  propia, de seleccionar, de elegir, de mantener un criterio personal, de no dejarse llevar de la opinión de los demás y, en definitiva, de no ser un esclavo de la moda, de lo que nos dicen que es la moda. Vemos, por tanto, que, paradójicamente, se les llama elegantes a los hombres y mujeres que visten con entera sujeción a la moda. ¿Qué es la moda? en definitiva, es algo impuesto por unos profesionales que determinan lo que es más bello, conveniente, adecuado o proporcionado según su propio gusto y criterio. La moda en el vestir, como en todo lo demás, la hacen los modistos y los creadores, que son los que confeccionan las prendas que lucen famosos y personas de alto nivel económico en general. Se exhiben estas prendas en los grandes medios de comunicación y son envidiadas y codiciadas cuando el ciudadano medio ve cómo las lucen en grandes fiestas personas muy conocidas porque son las que siempre aparecen en las portadas de las revistas.
A este tipo de personas elegantes en sentido restringido, que cifran la elegancia en llevar una indumentaria más o menos sofisticada y, sobre todo cara, no me estoy refiriendo en absoluto, y nada tiene que ver con la verdadera elegancia en sentido más filosófico, profundo y que, como es natural, nace del interior, de la mismidad de cada ser humano, de su calidad de ser único e irrepetible, que dirige su propio destino, que construye día a día su vida "desde dentro hacia fuera". Para mí la verdadera elegancia es la exteriorización de la armonía entre el cuerpo y el espíritu, de la paz que produce una fuerte coherencia interna entre lo que se dice, se piensa y se hace.
La elegancia siempre es natural y bella, y así como el arco iris sintetiza en toda su gama de colores un todo armónico de luz, colorido y estética, así también la elegancia tiene sus propios destellos que hacen brillar con luz propia y confieren un carácter inconfundible, ya que la elegancia es gracia, sencillez, buena proporción, nobleza, naturalidad, equilibrio, armonía y buen gusto, pero, más que cualquier otra cosa, distinción.
La distinción, que no la da el dinero, ni el vestir las prendas más caras y de los modistos más conocidos, depende del buen gusto y de tener una personalidad bien definida que permite distinguirse eligiendo en el mercado aquellas prendas que más favorecen y hacen sentirse a uno más a gusto consigo mismo, más natural y cómodo.
Hoy en día, no pocas personas consiguen con muy poco dinero, pero con una marcada personalidad y buen gusto, una presencia mucho más elegante, más airosa, dinámica y natural que otras que, a pesar de gastarse cantidades astronómicas en adquirir prendas carísimas, no sintonizan con su personalidad, por más que le asesore el más afamado de los modistos. ¿Cuál es la razón? Sencillamente, que la distinción nace, crece y se desarrolla en el interior de cada persona, y la elegancia que bebe necesariamente en esa originalidad, en ese gusto personal e intransferible pierde su encanto, su misma esencia cuando a la persona la visten y deciden por ella "desde fuera hacia dentro". Sólo puede hablarse de verdadera elegancia cuando uno se construye, se hace y se viste "desde dentro hacia fuera2. Vestirse "desde dentro hacia fuera" es materializar, transportar los sentimientos internos de respeto, bondad, cordialidad y simpatía auténticamente sentidos y reflejados en el rostro, el porte, la mirada, el todo de voz...
La armonía, la paz interior, el trato afable, respetuoso y considerado, dan a la persona el toque de la verdadera elegancia, de la personalidad inconfundible y de la distinción.
Por otra parte, si el lector desea que le indique algunos rasgos más que caracterizan a la verdadera elegancia, le sugiero que relea en el primer volumen de "Valores humanos", cuanto allí se dijo sobre la delicadeza, porque ése es precisamente uno de los rasgos inconfundibles, junto con la sencillez en la forma de ser y de comportarse. Esa sencillez que sabe convertir en maravilloso cualquier acontecimiento cotidiano.
El tercer rasgo inconfundible de la verdadera elegancia es continuar siempre en esa línea de sencillez, colocándose exactamente en el polo opuesto al exhibicionismo,...como mortal enemigo de la elegancia interior.
(De: Bernabé Tierno)

viernes, 15 de julio de 2011

jueves, 14 de julio de 2011

EL PERFIL DEL ÉXITO:

Las personas de éxito siempre tuvieron muy claro que estaba en sus manos la posibilidad de dirigir el curso de sus vidas de manera activa, eficaz y positiva; que el triunfo verdadero, el éxito en cualquier objetivo que uno se marque, ha de comenzar irremediablemente por el triunfo sobre uno mismo, integrando convenientemente los éxitos materiales, o del tener y poseer, en los éxitos espirituales, o del ser, del construirse por dentro y perfeccionarse día a día, ser más uno mismo y lograr un mayor equilibrio y paz interior.
Las personas de éxito tienen la absoluta certeza de que dentro de sí mismas guardan todos los tesoros, potencialidades y aptitudes, dispuestas para ser activadas por el resorte de una acción entusiasta y esforzada. Están plenamente convencidas de que son generadores permanentes de energía positiva para estimular la alegría de vivir, producir en su vida los cambios necesarios, mejorar sin límites, transformar los esquemas de conducta de fracaso en hábitos  para el éxito e influir de manera enriquecedora y positiva en los demás.
Las personas de éxito tienen la firme convicción de que son ellas y sólo ellas quienes deben tomar decisiones y dirigir su propia existencia.
Saben que el triunfo verdadero exige casi siempre tener que hacer durante bastante tiempo cosas que no gustan, que exigen esfuerzo, sacrificios y tesón, pero que son muy convenientes y sientan las bases de posteriores éxitos seguros que después se sucederán en cadena sin que apenas ya tengamos que recurrir al esfuerzo.
Las personas de éxito, una vez tomada una bien pensada y razonada decisión, siempre pasan a la acción, realizan lo proyectado con verdadero entusiasmo, disfrutando cada momento de la realización, y viviéndolo con todos los sentidos, con todo su ser.
Las personas de éxito se marcan objetivos gratificantes para el cuerpo y para el espíritu que den un sentido a sus vidas y que se puedan lograr con tesón y una actitud mental positiva, pero siempre obtienen sus éxitos de forma honrada.
Las personas de éxito no pierden inútilmente su tiempo en lamentaciones y jamás olvidan que, por desdichada y calamitosa que haya sido su infancia, por negativo que haya resultado su pasado, está en sus manos cambiar el curso de sus vidas, aprender de los fracasos y aplicar nuevas estrategias que inexorablemente le conducirán a obtener estupendos resultados, a triunfar en lo que se propongan. No culpan a los demás de sus fracasos y toda su energía mental y psíquica la emplean en aprender y en ensayar nuevas técnicas de eficacia y abandonar los viejos hábitos que les instalaron en el fracaso.
Las personas de éxito saben esperar buenos resultados sin necesidad de obtener gratificaciones inmediatas. Saben que todo logro importante supone un gran esfuerzo mantenido durante mucho tiempo e incontables equivocaciones y fracasos. No necesitan gratificaciones constantes e inmediatas como les sucede a los perdedores que se comportan como niños, y tras los primeros fracasos, se arrugan y desisten de su empeño, pues les falta entereza y necesitan ansiosamente resultados importantes y rápidos a cambio de poco o ningún esfuerzo.
Las personas de éxito saben que las semillas lanzadas con amor, entusiasmo y tesón sobre los surcos fétiles de cualquier objetivo o proyecto maduran muy lentamente y es necesario prodigarles muchos cuidados, contar con periodos de sequía, con plagas de langosta y hasta tormentas de granizo destructor que malogran en todo o en parte una cosecha, y no queda otro remedio que seguir sembrando cada año con la misma ilusión y esperanza de que al final, cuanto hemos sembrado, nos dará el ciento por uno.
Las personas de éxito saben que han de avanzar hacia su objetivo de manera gradual, alternando las decepciones, frustraciones y fracasos con los éxitos, pero sin perder nunca de vista el objetivo, con espiritu invencible, con tenacidad y siendo conscientes de que todo revés, dificultad o problema es un paso más que les acerca con toda seguridad al logro de su objetivo.
Los perdedores se sienten inútiles y fracasados ante los primeros problemas. La espiral de autocúlpa y negativismo en que se encierran presenta siempre el mismo esquema destructivo: cometen un error, no les salen las cosas como esperaban y empiezan de inmediato a lamentarse, a llorar su desgracia, a descalificarse de forma implacable y sentirse inútiles y estúpidos. Este ciclo negativo se dispar de forma automática siempre que cometen un nuevo error, y cuanto más se autocúlpan, más contribuyen a que se cumplan las "profecías" negativas sobre sí mismos y los fracasos  y errores se suceden en cadena. Cuando esta espiral de ciclos negativos se convierte en una constante, los niveles de ansiedad son tan elevados que el sujeto incapacitado para el éxito se autoprotege con la pereza y la renuncia a cualquier intento de salida airosa, tira la toalla y así reduce su ansiedad.
Finalmente, he podido constatar que todas las personas de éxito comenzaron desde abajo, lograron sus objetivos poco a poco, concediéndose el tiempo necesario, y aunque cometieron incontables errores, supieron extraer de ellos experiencias de incalculable valor, pero además, el denominador común de todos ellos fue la tenacidad, el espíritu invencible y el no permitirse ni una sola concesión de desánimo.


(De: Bernabé Tierno.)

martes, 12 de julio de 2011

DUEÑOS DEL DESTINO:

Con toda seguridad el lector habrá leído en cualquier libro de psicología que la mente humana, al igual que un iceberg, consta de dos partes: la emergida, que es la mente consciente, y la sumergida, que es la mente subconsciente.
Nuestra mente consciente es la que nos ayuda en la vida diaria a enfrentarnos a nuevas y difíciles situaciones, a tomar decisiones y a sopesar los pros y los contras mediante razonamientos lógicos, orientándonos sobre lo que debemos o no debemos hacer y sobre la manera más eficaz de lograr nuestros propósitos.
La mente subconsciente se compara con la parte sumergida del iceberg porque representa, al igual que éste, la mayor parte de nuestra mente, ya que el subconsciente es el almacén donde se guarda toda la información recibida y codificada por lamente consciente.
Estas dos partes de la mente mantienen un vínculo muy estrecho. Así, todo cuanto vemos, oímos, decimos, sentimos, percibimos y experimentamos por la parte consciente de nuestra mente, se almacena de inmediato en la parte subconsciente en forma de recuerdo. Pero ahora viene lo más interesante y pido la máxima atención e interés al lector. Ese recuerdo, como si de un helado de dos sabores se tratara, se compone de dos partes: una, la huella del suceso o incidente; otra, la huella o señal de las sensaciones y sentimientos que acarreó tal suceso. Veámoslo en un ejemplo. Cuando mi hijo Jesús tenía tres años, un perro le mordió el pie que tenía escayolado desde hacía unos días. Este fue el incidente, sin más, pero durante los treinta-cuarenta segundos que tardó mi mujer en apartar al perro del pie del niño, éste experimentó fuertes e intensos sentimientos de temor, indefension, algo de dolor, ansiedad, etcétera.
Este suceso, junto a los sentimientos y sensaciones descritos, se almacenó al instante en el subconsciente de mi hijo. Consecuencias de todo ello: que cada vez que el niño veía un perro, aunque fuera a un kilómetro, se comportaba conforme a la pauta que conservaba en su memoria, es deci, sentía pánico, inseguridad, indefension, ansiedad y rompia a llorar, exactamente lo mismo que si el perro estuviera mordiendo su pie escayolado. Tras el tratamiento psicológico de desensibilización sistemática, el niño superó su fobia o temor aprendido a los perros.
Se podrían aportar miles de ejemplos semejantes en los que veríamos con claridad cómo la información pasa de lamente consciente a la subconsciente y que ésta última ni razona ni juzga si esa información es razonable o absurda, veraz o falsa. Se limita a almacenarla junto a la emoción o sensación positiva o negativa que el sujeto ha experimentado durante el incidente y se seguirá comportando en el futuro con arreglo a la experiencia agradable o desagradable de forma automática. Todo esto significa, para expresarlo ya con absoluta claridad, que en buena medida nuestra vida, nuestros actos, están determinados por nuestra mente subconsciente, y si queremos tener una actitud mental positiva, si queremos influir de manera directa sobre nuestra conducta y sobre nuestro rendimiento, la única forma inteligente, práctica, eficaz de lograrlo, desde el punto de vista de la ciencia psicológica, es rompiendo ese círculo vicioso o cadena de hechos-recuerdos de sensaciones desagradables y conducta negativa que se pone en marcha de forma automática.
No olvidemos que cuanto más frecuentemente se repita un mensaje, con más profundidad se grabará en lamente subconsciente y lo mismo ocurrirá con la emoción, sensación o sentimiento que acompañe al incidente. Cuanto más fuerte, viva e intensa sea esa emoción, con mayor fuerza y viveza se grabará en lamente subconsciente.
Por cuanto venimos diciendo, el lector ya tiene claro que todo el trabajo tenemos que hacerlo con nuestro subconsciente. Primero comprendiendo cómo funciona: es lo que acabamos de hacer. Después, pasando sin más disquisiciones a la acción de llenar nuestra mente subconsciente de pensamientos positivos, nuevos, alentadores, y de esperanza, al tiempo que se ignora todo lo negativo y no se vuelve jamás mentalmente sobre ello. Así, pasado cierto tiempo, acabará por extinguirse. Sólo es cuestión de tiempo, el que logremos recolectar la nueva cosecha producto de una siembra de esperanza, de optimismo y dejar de una vez por todas de sentimientos como víctima, culpables y angustiados.
¿Continúan dominando su vida esos pensamientos de temor, de inseguridad, de culpabilidad, de impotencia, de cólera, de celos o de envidia? Pues deshágase sin más contemplaciones de ellos. Póngase en serio consigo mismo y diga: "¡Basta ya de niñerías y memeces! Yo soy el dueño de mi destino y de mis actos en la medida en que soy dueño de mis pensamientos. Desde hoy disfrutaré con cada nueva acción por cotidiana e insignificante que parezca y cada incidente de mi vida diaria, cada acontecimiento, lo acompañaré y asociaré con emociones y sensaciones agradables, reconfortantes y positivas para que los almacene así mi mente subconsciente."

(Del psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno)

Mantra Gayatri - Interprete Deva Premal

APRENDER A VIVIR:

(...) La psicología americana está descubriendo el Mediterráneo. Es decir, las virtudes que mantuvieron la cultura mediterránea. La American Psychologial Association ha emprendido la sensata tarea de averiguar lo que hay de aprovechable en la historia de las diferentes culturas. Los europeos nos hemos vuelto pesimistas, desdeñamos la historia, y no pensamos que valga la pena aprender del pasado. Medio centenar de investigadores estadounidenses, dirigidos por los conocidos psicólogos Christopher Peterson y Martín Seligman, han publicado un voluminoso libro titulado "Caracteres, fortalezas y virtudes" donde estudian los hábitos del corazón -eso son las virtudes- que deberíamos recuperar para mejorar nuestra vida interior y nuestra convivencia. Algunas de esas virtudes  tradicionales se mantienen, pero otras están desapareciendo de nuestro actual modo de vivir. Y no es una buena noticia. 
Esto es lo que sucede con la gratitud. 
No está de moda. Cuando pregunto a mis alumnos si alguna vez dan las gracias a sus madres cuando les preparan la ropa o la merienda, me miran como si yo fuera un marciano. Carecen de esa emoción, y esa carencia vuelve tosca y desabrida una parte importante de nuestra existencia.
Gratitud es un sentimiento alegre hacia alguien de quien hemos recibido un favor o pruebas de estimación. Es, por ejemplo, la respuesta a un regalo, es decir, a un don inesperado, graciosamente dado, no merecido. Es el sentimiento adecuado para acoger la generosidad de otra persona. 
Generosidad y gratitud son sentimientos correlativos.
-La Generosidad: Es en efecto, una de las energías creadoras del ser humano. Los antropólogos saben que el "don" es un fenómeno esencial en todas las culturas primitivas. Rompe la lógica del propio interés, del egoísmo, del mercado. Establece relaciones nuevas de cooperación  y sociabilidad. Generosidad significa etimologicamente "capacidad de engendrar", es decir, de alumbrar algo nuevo, dar vida, ampliar las posibilidades de la realidad. La maternidad es el acto de generosidad por antonomasia.
En las épocas desconfiadas, como la nuestra, el sentimiento de gratitud desaparece. Cunde un deprimente escepticismo acerca de la generosidad, del desprendimiento, del altruismo, de la caridad. Vivimos en una cultura de la sospecha. No creemos que nadie actúe sin calcular el beneficio de la acción. ¡Algo buscará!, pensamos ante una acción desinteresada. 
Recuerdo un miserable artículo de una escritora española, tras morir la Madre Teresa de Calcuta, en el que mantenía que si había dedicado su vida a los pobres era porque disfrutaba con ello.
Los psicólogos americanos se han sorprendido al ver la importancia que la gratitud tenía en las culturas clásicas. Cicerón escribió que la gratitud "no es sólo la mayor de las virtudes, sino la madre de las demás virtudes".
-Un sentimiento cálido: El desbarajuste sentimental de nuestra época considera la gratitud un sentimiento humillante porque se basa en una relación asimétrica: alguien da y alguien recibe. Olvida que todos podemos dar algo: amabilidad, o cuidado, por lo menos. En cambio, los escritores de la Edad Media recomendaban no precipitarse a devolver el favor -para estar en paz-, porque esa relación de amable sorpresa ante lo recibido merecía ser prolongada.
La gratitud rompe los sentimientos de hostilidad y abre un ámbito de acogimiento cálido.
El enamorado siente gratitud ante el amor de la otra persona, al que considera un regalo inmerecido. Luego, por desgracia, se olvida este primer sentimiento. Nos acostumbramos a todo, es decir, entramos en relación con la realidad como una segadora entra en un campo. Igualamos todo a ras del suelo.
G.K. Chesterton, gran escritor algo olvidado, escribió una frase misteriosa "El test de toda felicidad es la gratitud". Para él, la gratitud es un sentimiento de sorpresa y aprecio ante todo lo bueno de la vida, la capacidad de descubrir en lo más cotidiano y ordinario un valor que me llena de alegría y que tomo como un regalo de la realidad. Frente a la prepotencia del que piensa que todo le es debido, es la cordial humildad de quien se siente en deuda. Ahora que estoy elaborando los programas de la Universidad de Padres, pienso que la gratitud es una bella virtud para enseñar a nuestros niños, junto con la generosidad, su pareja.

(De: José Antonio Marina, filósofo, profesor, investidaro y autor de más de 20 ensayos. Dos de los últimos, "Palabras de amor" y "La pasión del poder".)

lunes, 11 de julio de 2011

EL BUDISMO ZEN:

(...)La escuela Zen nace en China, mezclando el budismo venido del Nepal con las tradiciones locales del maoísmo (...). Entre los años 700 y 1200, unos monjes que viajaron al Japón desarrollaron allí dos tipos de meditación basados en la postura física: El estilo Rinzai predica que todo ser humano puede alcanzar la iluminación si vive su existencia con respeto y sobriedad, mientras que el estilo Soto predica la importancia de un prolongado entrenamiento para que este objetivo sea alcanzado.
Para los maestros zen, todos nosotros tenemos un conocimiento intuitivo de la razón de nuestra existencia. Por lo tanto, la mayor parte de las enseñanzas filosóficas o religiosas son sólo maneras de provocar en el interior de cada uno el contacto con esta sabiduría que ya está allí enterrada debajo de muchas capas de prejuicios, culpas, confusión mental e ideas falsas respecto a nuestra propia importancia.
El budismo zen -principalmente, aquel que llegaría a ser elaborado a partir del estilo Soto- desarrolló una serie de técnicas para que el ser humano pueda llegar hasta esta paz y comprensión interior. Para nosotros, que tenemos una visión más occidental de la búsqueda interior, estas técnicas están profundamente relacionadas con las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo: "Cuando vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora para el Padre en secreto: y el Padre, que todo lo oye en secreto, te comprenderá". El practicante zen busca un lugar tranquilo y allí se sienta en una posición en la que consiga mantener su equilibrio durante largo tiempo, pero sin tener la columna apoyada. Por esa causa, la más conocida lo muestra con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas adelante, apoyadas sobre el sexo. Algunos monasterios que visité en el Japón usaban una especie de almohada de cuero para elevar ligeramente el cuerpo y permitir una mayor circulación de sangre por las piernas.
A partir de ahí se debe procurar mantener la inmovilidad el mayor tiempo posible, al tiempo que se obedecen unas reglas simples. La cabeza debe permanecer inclinada hacia abajo, los ojos no han de fijarse en nada pero tampoco pueden estar cerrados, para evitar la somnolencia. Se ha de observar la respiración, pero sin intentar alterar su ritmo, éste debe ser lo más natural posible, ya que, a medida que el zazen (éste es el nombre de la postura) progresa, la tendencia es que las inspiraciones y espiraciones se hagan más pausadas y más lentas.
Por lo tanto, la idea central no es pretender controlar el pensamiento o las emociones, ni buscar un contacto espiritual con Dios; todo eso llegará a su debido tiempo, a medida que nos calmamos.
Como la práctica del zen es extremadamente simple, sin ninguna connotación religiosa o filosófica, ella nos ayuda, paradojicamente, a conectarnos mejor con Dios y a responder de manera inconsciente a nuestras dudas. La próxima vez que estés en tu casa sin nada que hacer y encontrando todo a tu alrededor aburrido y repetitivo, intenta sentarte en un lugar tranquilo, quedarte inmóvil y dejar que el mundo corra a tu alrededor.

(De Paulo Coelho).

miércoles, 6 de julio de 2011