martes, 12 de julio de 2011

DUEÑOS DEL DESTINO:

Con toda seguridad el lector habrá leído en cualquier libro de psicología que la mente humana, al igual que un iceberg, consta de dos partes: la emergida, que es la mente consciente, y la sumergida, que es la mente subconsciente.
Nuestra mente consciente es la que nos ayuda en la vida diaria a enfrentarnos a nuevas y difíciles situaciones, a tomar decisiones y a sopesar los pros y los contras mediante razonamientos lógicos, orientándonos sobre lo que debemos o no debemos hacer y sobre la manera más eficaz de lograr nuestros propósitos.
La mente subconsciente se compara con la parte sumergida del iceberg porque representa, al igual que éste, la mayor parte de nuestra mente, ya que el subconsciente es el almacén donde se guarda toda la información recibida y codificada por lamente consciente.
Estas dos partes de la mente mantienen un vínculo muy estrecho. Así, todo cuanto vemos, oímos, decimos, sentimos, percibimos y experimentamos por la parte consciente de nuestra mente, se almacena de inmediato en la parte subconsciente en forma de recuerdo. Pero ahora viene lo más interesante y pido la máxima atención e interés al lector. Ese recuerdo, como si de un helado de dos sabores se tratara, se compone de dos partes: una, la huella del suceso o incidente; otra, la huella o señal de las sensaciones y sentimientos que acarreó tal suceso. Veámoslo en un ejemplo. Cuando mi hijo Jesús tenía tres años, un perro le mordió el pie que tenía escayolado desde hacía unos días. Este fue el incidente, sin más, pero durante los treinta-cuarenta segundos que tardó mi mujer en apartar al perro del pie del niño, éste experimentó fuertes e intensos sentimientos de temor, indefension, algo de dolor, ansiedad, etcétera.
Este suceso, junto a los sentimientos y sensaciones descritos, se almacenó al instante en el subconsciente de mi hijo. Consecuencias de todo ello: que cada vez que el niño veía un perro, aunque fuera a un kilómetro, se comportaba conforme a la pauta que conservaba en su memoria, es deci, sentía pánico, inseguridad, indefension, ansiedad y rompia a llorar, exactamente lo mismo que si el perro estuviera mordiendo su pie escayolado. Tras el tratamiento psicológico de desensibilización sistemática, el niño superó su fobia o temor aprendido a los perros.
Se podrían aportar miles de ejemplos semejantes en los que veríamos con claridad cómo la información pasa de lamente consciente a la subconsciente y que ésta última ni razona ni juzga si esa información es razonable o absurda, veraz o falsa. Se limita a almacenarla junto a la emoción o sensación positiva o negativa que el sujeto ha experimentado durante el incidente y se seguirá comportando en el futuro con arreglo a la experiencia agradable o desagradable de forma automática. Todo esto significa, para expresarlo ya con absoluta claridad, que en buena medida nuestra vida, nuestros actos, están determinados por nuestra mente subconsciente, y si queremos tener una actitud mental positiva, si queremos influir de manera directa sobre nuestra conducta y sobre nuestro rendimiento, la única forma inteligente, práctica, eficaz de lograrlo, desde el punto de vista de la ciencia psicológica, es rompiendo ese círculo vicioso o cadena de hechos-recuerdos de sensaciones desagradables y conducta negativa que se pone en marcha de forma automática.
No olvidemos que cuanto más frecuentemente se repita un mensaje, con más profundidad se grabará en lamente subconsciente y lo mismo ocurrirá con la emoción, sensación o sentimiento que acompañe al incidente. Cuanto más fuerte, viva e intensa sea esa emoción, con mayor fuerza y viveza se grabará en lamente subconsciente.
Por cuanto venimos diciendo, el lector ya tiene claro que todo el trabajo tenemos que hacerlo con nuestro subconsciente. Primero comprendiendo cómo funciona: es lo que acabamos de hacer. Después, pasando sin más disquisiciones a la acción de llenar nuestra mente subconsciente de pensamientos positivos, nuevos, alentadores, y de esperanza, al tiempo que se ignora todo lo negativo y no se vuelve jamás mentalmente sobre ello. Así, pasado cierto tiempo, acabará por extinguirse. Sólo es cuestión de tiempo, el que logremos recolectar la nueva cosecha producto de una siembra de esperanza, de optimismo y dejar de una vez por todas de sentimientos como víctima, culpables y angustiados.
¿Continúan dominando su vida esos pensamientos de temor, de inseguridad, de culpabilidad, de impotencia, de cólera, de celos o de envidia? Pues deshágase sin más contemplaciones de ellos. Póngase en serio consigo mismo y diga: "¡Basta ya de niñerías y memeces! Yo soy el dueño de mi destino y de mis actos en la medida en que soy dueño de mis pensamientos. Desde hoy disfrutaré con cada nueva acción por cotidiana e insignificante que parezca y cada incidente de mi vida diaria, cada acontecimiento, lo acompañaré y asociaré con emociones y sensaciones agradables, reconfortantes y positivas para que los almacene así mi mente subconsciente."

(Del psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno)

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