domingo, 15 de abril de 2012

CONOCERSE PARA CURARSE:

El ser humano tiene en su interior una fuerza curativa que muchas veces desconoce. Una serie de energías que le ayudan a encontrarse consigo mismo como mejor forma de curarse. Es decir, un encuentro interior con marcados objetivos terapéuticos.

Ángela está deprimida. Ya no tiene ganas de levantarse  por la mañana. Sus compañeros de trabajo la irritan., se enfada con facilidad con sus hijos. No encuentra ningún placer en comer con su mejor amiga, el cine le aburre. Dueme mal. Las pocas veces que sonríe a lo largo del día supne una mejoría que apenas le dura. En esos breves instantes, sabe que la energía que emana de esa sonrisa puede dovolverle la ilusión, pero se deja llevar de nuevo por el mal humor, el desánimo, el cinismo. Sin embargo, esa energía que puede curarla está ahí, presente en su interior.
Todos tenemos en nuestro cerebro, en el flujo constante de ideas, en los vaivenes de nuestro estado de ánimo, un amplio abanico de pensamientos y de "energías", una multitud de colores, podríamos decir. Unos nos hacen sufrir, otros nos alivian. Curar a menudo consiste simplemente en permitir que algunas  de estas energías o que ciertos colores, los más positivos, tengan una presencia mayor que las que nos angustian. Un estudio de la Universidad de Toronto (Canadá) sugiere que el tratamiento con éxito de la depresión activa  diferentes zonas del cerebro según se haya utilizado la psicoterapia o antidepresivos. Si se aplica el primero de estos métodos, al localizarse en el interior del cerebro sentimientos relacionados con la dulzura, la calma o la tolerancia dominantes frente a los de sufrimiento causados por una experiencia del pasado, gracias a las imágenes ofrecidas por el escáner PET (tomografía por emisión de positrones) se puede ver cómo se activa principalmente una región del cerebro cognitivo. Es como si a esta región le resultara más fácil mantener un enfoque positivo. Si, por el contrario, es un medicamento lo que nos hace sentirnos mejor nos allana el camino para encontrar esa energía vital que reside en nuestro interior y que a veces pasamos por alto, las regiones que se muestran más activas son las del cerebro emocional, como si éstas pudieran visualizar mejor los colores relacionados con el placer.
Hay pues diferentes caminos hacia la curación. Y poder verlos gracias a este escáner de imágenes funcionales resulta muy tranquilizador. Ya se trete bien de sentimientos aflorados o de energía emanada, en cualquier caso se trata de una parte de nosotros mismos con la que nos reencontramos y que reforzamos. Una parte de nosotros que ha existido siempre. Nos encontramos pues ante un verdadero encuentro interior y, como en cualquier encuentro, debemos saber alimentar esta nueva relación. Como sucede en el amor, hay que aprender a convivir, a respetarse, a enriquecerse mutuamente. Para conseguirlo de forma permanente, no basta simplemente con un súbito descubrimiento o con un único tratamiento  médico. Debemos aprender primero a reconocerlo para llegar a ser vapaces después de mantener este encuentro interior que será el que nos permita curarnos. 

EL PLACER REFORZADO: Existen medios sencillos que pueden ayudarnos a preservar esas zonas del cerebro que pueden reconfortarnos. Cuando nos sentimos un poco más seguros, resulta muy útil buscar en nuestro entorno indicios positivos (un amigo que habla bien de nosotros, una situación que confirma nuestro acierto en una elección) en lugar de entretenernos, con lo que podría seguir sumiéndonos en la duda. El placer, como toda emoción positiva, puede cultivarse de manera consciente. Hay un sinfin de ejercicios espirituales que aconsejan concentrarse en las emociones positivas, dedicarles tiempo para interiorizarlas y prestarles toda nuestra atención. Podemos escoger un recuerdo agradable y concentrarnos en él cuando sintamos que el estrés nos invade. El Dalai Lama afirma: "Intenta cada día tener más emociones positivas que negativas, y te convertirás en un ser humano mejor". Parece que esto es cuestión de práctica...

(Artículo publicado por Dabid Servan-Schreiber, profesor de Psiquiatría)

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