domingo, 28 de diciembre de 2008

MADRES:

Yo como soy rara, no he hecho la cena de Nochebuena, ni la comida de Navidad.
Tampoco he tenido que pensar en el manduque de este fin de semana, afortunadamente plagado de sobras y confetis.
Por eso, quiero dedicar este artículo a ellas,...a todas esas mujeres que, como siempre,... se han pegado el palizón de todas las fiestas del mundo.
Ellas, amas de casa, secretarias, ejecutivas, doctoras, ingenieras...
Ellas, han sido las que han pensado el menú,...que no es tan sencillo;
las que lo han comprado, ...que pesa;
las que se han metido en harina hasta los ojos,...que mancha;
...las que han dicho cómo preparar la mesa y la sal.
Ellas, las mujeres,... que dan de comer alimento y ternura, que cuidan de los niños y a los viejos,
que madrugan para recoger las sábanas del balcón de todos.
Ellas...estarán más cansadas que nosotros,...los que vivimos de la sopa boba, de la importancia, de traer dinerito,...igual que muchas de ellas, aunque se las pague menos jornal por hacer lo mismo.
Me encantan las madres con profundo insitinto de madre,...que no son las que lo tienen con sus propios hijos, sino las que lo sienten con el amigo, el loco, el vecino, el suegro, el emigrante, el hijo ajeno.
Me encantan esas mujeres con pechos infinitos llenos de leche y de miel para los otros.
Me encanta comprobar que de esa matriz nace esa fuente de energía amorosa. Enfermeras, maestras, médicas, trabajadores sociales... vocaciones de la madre de todos.
Son ellas las que quieren que la cena de nochebuena y la de cada día, haga grupo, familia, lazos de compasión.
A ellas, mis adoradas chicas de hierro, que ahora ya están preparando la casa para la nochevieja y el año nuevo, les dedico estas palabras con profundo respeto.
Porque...
Ellas son el pan y el vino.
Los senos fructíferos
y
las manos que siembran el futuro...

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