domingo, 14 de septiembre de 2008

EL ALCOHOL, EL MAYOR TÓXICO PARA EL FETO

EL DAÑO NEUROLÓGICO DEL VINO Y LOS LICORES ES SUPERIOR AL DE CUALQUIER OTRA DROGA DE ABUSO QUE PUEDAN TOMAR LAS EMBARAZADAS.

Hace 30 años, los científicos vincularon la exposición prenatal al alcohol con un patrón desconcertante de defectos de nacimiento que incluía problemas reurológicos, bajo peso al nacer, retraso mental y una serie de malformaciones faciales. Hasta entonces, muchos médicos habían supuesto que el alcohol era tan inofensivo que a veces lo suministraban por vía intravenosa a mujeres que parecían tener riesgo de interrupción del embarazo. Pero, en las últimas décadas, los científicos han descubierto que el alcohol puede ser extraordinariamente tóxico -más que cualquier otra droga de la que se abuse- para los fetos en desarrollo.

Las nuevas investigaciones con técnicas de diagnóstico por la imagen están ayudando a los expertos a descubrir qué partes del cerebro en desarrollo son dañados por la exposición al alcohol. Al poder señalar las zonas dañadas, empiezan a comprender los orígenes de los trastornos de aprendizaje vinculados con el alcohol. Los científicos se centran también en una proteína importante para el desarrollo del cerebro que se ve afectada por el alcohol. Es posible, dicen, que se pueda crear un medicamento para proteger el cerebro en desarrollo del feto, incluso si las mujeres embarazadas fueran incapaces de dejar la bebida.

No es sorprendente que los investigadores hayan estado engañados tanto tiempo al respecto al vínculo entre la exposición al alcohol y los defectos de nacimiento. Para empezar, parece ser que los efectos de dicha exposición varían muchísimo de un caso a otro. Algunos fetos parecen quedar indemnes, incluso cuando sus madres son grandes consumidoras de alcohol, mientras que otros fetos padecen graves daños, nadie sabe la razón.

También hay muchos bebés que se ven afectados, pero no lo bastante como para que se pueda diagnosticar el síndrome. Algunos niños con efectos fetales del alcohol pueden parecer relativamente normales, pero tienen problemas de conducta y de aprendizaje parecidos a aquellos que padecen el síndrome.

Para complicar más el asunto, está el tema de cuánto alcohol hace falta para provocar daños. En los últimos años, los sucesivos estudios han mostrado efectos a niveles cada vez más bajos. Un estudio publicado encontró un efecto pequeño, pero significativo en la media, en niños nacidos de madres que consumían simplemente una copa y media a la semana.

Esto les sorprendió, puesto que los niños tenían una tasa de crecimiento normal, pero al compararlos con niños cuyas madres no bebieron en absoluto, pesaban menos, eran más pequeños y tenían un perímetro craneal menor.

"El efecto del alcohol a bajos niveles es sutil, señala James R. West, jefe del departamento de Anatomía y Neurobiología de la Facultad de Medicina de Texas. A lo mejor, el niño en vez de tener un coeficiente de inteligencia de 120 sólo llegan a 115, esto quiere decir que pueden parecer perfectamente normales pero no tener la capacidad motora suficiente para estar en el equipo de fútbol de su instituto".

Otro factor que dificulta la detección de los efectos del alcohol es que están muy extendidos por el cuerpo y el cerebro en desarrollo. "El alcohol es una droga muy dañina", añade el doctor West. "Afecta a un gran número de neurotransmisores diferentes y todas las células pueden absorberlo.

Beber durante el primer trimestre del embarazo puede producir malformaciones faciales, mientras que en el segundo puede interrumpir la formación de nervios en el cerebro. Durante el tercer trimestre, puede destruir neuronas e interferir en el desarrollo del sistema nervioso.

(Extracto de un artículo publicado en El País. 18-noviembre-2003)

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