miércoles, 22 de julio de 2009

POEMA:

No vayas a mi tumba y llores
pues no estoy ahí.
Yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan,
el brillo de un diamante en la nieve,
la luz del sol sobre el grano maduro,
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
no estoy ahí,
yo no morí.



(autor: Indio americano anónimo.)

domingo, 19 de julio de 2009

BUDA:

(Extracto del libro BUDA. Autor: DEEPAK CHOPRA. Editorial: PUNTO DE LECTURA)

(...)Si no eres Gautama, ¿quién eres? -preguntó Assaji.
-Conservo el cuerpo de Gautama, y podéis llamarme por su nombre si os place -dijo Buda con una sonrisa-. De alguna manera tenéis que encontrarme en la oscuridad. Pero yo no soy este cuerpo ni este nombre. Ya no soy la una persona como vosotros creéis.
-Eso me dice lo que no eres, pero todavía no sé lo que eres -insistió Assaji.

En lugar de responder, Buda cerró los ojos y entró en samadhi, algo que habían visto hacer a Gautama miles de veces. Assaji estaba a punto de señalar que deberían imitarlo cuando, de improviso, Gautama volvió a abrir los ojos. Los monjes estaban acostumbrados a que se perdiera en el silencio durante días.

-¿Quieres meditar solo? -preguntó Assji-. Podemos irnos.

-No es eso, querido amigo -dijo Buda-. He hablado con muy pocas personas desde que me desperté. Una de ellas me bendijo con el conocimiento del bien y el mal. Pero nadie me ha preguntado quién soy hasta ahora. Tú me has vuelto a bendecir.

Assaji parecía confundido.
-¿Cómo es eso? -preguntó.
-Cuando cerré los ojos, vi mis vidas anteriores. Diez mil de ellas, y viví cada una momento a momento.

Los monjes estaban fascinados.
-¿En un abrir y cerrar de ojos? -exclamó Kondana.

Buda sonrió.
-En dos, si así lo prefieres. Desde pequeños nos han dicho a todos que el ciclo del nacimiento y renacimiento nos ha traído de vuelta muchas veces. Pero cuando volví a esas vidas, me encontré con que todas ellas eran iguales. Soy todas las vidas que viví, pero aún así no soy ninguna, porque puedo estar aquí o allá cuando quiero.

-¿Es esta la sabiduría que te liberó? -preguntó Assaji.
-¿Me lo preguntas porque realmente quieres saber o porque estás preocupado y te sientes inseguro? -respondió Buda.

Assaji parecía incómodo.
-Tu hazaña parece sobrehumana -dijo-. Si hace falta algo como eso para alcanzar la iluminación, ¿qué esperanza tenemos? No somos más que monjes comunes y corrientes. -Los demás murmuraron dejando ver su conformidad con esas palabras.
-No volví para desalentaros ni asombraros. Tú me preguntaste quién soy, y ahora te lo puedo decir. También te puedo decir quién eres tú. Tú no eres el yo aparte. Tienes un nombre al que respondes, pero también has respondido a otros diez mil. ¿cuál es el verdadero tú? Ninguno. Tú te identificas con un conjunto de recuerdos. Sabes quénes son tu padre y tu madre. Pones la atención en un objetivo que valoras. Pero has hecho exactamente lo mismo diez mil veces antes. Por lo tanto, tus recuerdos, tus padres y las metas que valoras son efímeros. Cambian con la misma rapidez que la cachipolla, el insecto de vida breve que nace y muere el mismo día.

Los cinco monjes estaban fascinados por las palabras de Buda, pero era más que eso,esas palabras los llevaban hacia lo más profundo de su ser. Era como entrar en samadhi con los ojos abiertos. Sabían exactamente lo que Buda había descrito. Pero Assaji seguía preocupado.

-Desperdiciaría mi vida si tratara de desentrañar dies mil vidas anteriore -dijo-. Y si quieres que renuncie a esta vida como si fuera un fantasma, ¿acaso no he renunciado ya a ella convirtiéndome en monje?

-Sólo renunciaste al envoltorio exterior -dijo Buda-. Una túnica de color azafrán no te exime del deseo y el deseo es lo que te ha mantenido prisionero.

-Ya nos dijiste eso en la montaña -dijo Kondana-. Pero en seis años jamás nos liberamos del deseo. Nuestro Karma aún nos sigue y hace que obedezcamos sus órdenes.

-Y por eso he venido a buscaros a vosotros en lugar de ir primero con mi familia -respondió Buda-. Lo que os insté a hacer en la montaña fue un error. Quiero repararlo.

-No nos debes nada -se apresuró a decir Assaji.

-No hablo de una deuda -aclaro Buda-. Las deudas teminan cuando se termina el Karma. Mi error os llevó a una trampa. Yo creí que estaba en guerra con el deseo. Despreciaba el mundo y mi propio cuerpo, que deseaba todos los placeres terrenales.
-Pero eso no puede ser un error -dijo Assaji-. De lo contrario, sería inútil hacer votos. La vida santa tiene que ser ediferente de la vida terrenal.
-¿Y si no hay vida santa? -preguntó Buda. Los cinco monjes se sintieron extremádamente incómodos y ninguno contestó-. Veréis, incluso la santidad se ha convertido en aligmento para vuestro ego. Queréis ser diferentes. Queréis estar a salvo. Queréis tener esperanza.
-¿Y por qué han de ser malas esas cosas? -preguntó Assaji.
-Porque esas cosas son sueños que os adormecen -dijo Buda.
-¿Qué veríamos si no estuvieramos soñando?
-La muerte.

Los cinco monjes sintieron que los recorría un escalofrío. Parecía inútil negar lo que les decía su hermano, pero era desesperanzador aceptarlo. Buda dijo:

-Vosotros tenéis miedo a la muerte, como lo tuve yo, y por eso inventáis cualquier historia que alivie vuestros temores y, después de un tiempo, os creéis esa historia, por más que haya venido de vuestra propia mente. -Sin esperar respuesta, estiró el brazo y levantó un puñado de polvo-. La respuesta a la vida y la muerte es simple. Reside en la palma de mi mano. Mirad.

Arrojó el polvo al aire; el polvo quedó suspendido como una nubre turbia durante un segundo, antes de que se lo llevara la brisa.

-Pensad en lo que acabáis de ver -dijo Buda-. El olvo conserva su forma durante un instante efímero cuando lo arrojo al aire, así como el cuerpo conserva su forma durante su breve vida. Cuando el viento lo hace desaparecer, ¿adónde va el polvo? Regresa a su origen, la tierra. En el futuro, ese mismo polvo hará que crezca el pasto y se meta en un ciervo que come el pasto. El animal muere y se covierte en polvo. Ahora imaginaos que el polvo llega a vosotros y os pregunta: "¿Quién soy?". ¿Qué le responderíais? El polvo vive en una planta pero está muerto en el camino que pisan vuestros pies. Se mueve en un animal pero está quieto cuando se encuentra enterrado en las profundidades de la tierra. El polvo comprende la vida y la muerte al mismo tiempo. Así que si respondéis a la pregunta "¿Quien soy?" con algo que no sea una respuesta completa, habéis cometido un error. He vuelto para deciros que podéis ser un todo, pero sólo si os véis así. No existe la vida santa. No existe una guerra entre el bien y el mal. No existen pecado ni la redención. Al verdadero ser que sois no le importa ninguna de esas cosas. Pero sí le importa al falso ser que sois, el que cree en el yo aparte. Habéis tratado de llevar al yo aparte, con toda su soledad y ansiedad y orgullo, a las puertas de la iluminación. Pero jamás las atravesará, porque es un fantasma.

Mientras hablaba, Buda sabía que ese sermón sería el primero de cientos. Le sorprendió que ls palabras fuesen tan necesarias. Había esperado sanar el mundo con un toque o simplemente existiendo en él. El universo tenía otros planes.

-¿Cómo puedo verme como un todo cuando lo que llamo "yo" está aparte? -preguntó Kondana-. No tengo más que un cuerpo y una mente, aquellos con los que nací.

-Mira el bosque -respondió Buda-. Lo atravesamos todos lod días y creemos que es el mismo. Pero no hay ni una hoja que sea la misma que ayer. Cada partícula de tierra, cada planta y cada animal cambian constantemente. No puedes alcanzar la iluminación como la persona aparte que crees que eres, porque esa persona ya ha desaparecido, junto con todo lo de ayer.

(...)En un abrir y cerrar de ojos, con la misma velocidad con que había visto diez mil vidas anteriores, vio e problema del hombre. Todos estaban dormidos, completamente inconscientes de su verdadera naturaleza. Algunos dormían de manera irregular y alcanzaban a ver a ratos la verdad. Pero volvían a dormirse enseguida. Eran los afortunados. La gran masa de seres humanos no veía la realidad. ¿Cómo podía decirles él lo que en realidad les quería decir? "Todos vosotros sois Buda".
(...)